Los sufrimientos del Siervo de Jehová

¿Quién es el siervo de Jehová? Miremos lo que nos dice la escritura. “Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” Isaías 53:6 Isaías 53 presenta un vívido y profundo registro de los sufrimientos del Siervo de Jehová. En realidad este parte de Isaías 52:13-15 hasta el capítulo 53. La profecía está escrita en “pretérito profético”, lo que significa que está relatada como eventos que ya sucedieron pero que aún no han ocurrido. Es una profecía escrita en tiempo pasado. Su cumplimiento es seguro, se puede considerar como cierta su ejecución, aunque no haya acontecido al momento de ser declarada. Nos habla del sufrimiento de uno por los pecados de otros (v. 6), por voluntad del Dios eterno: “Jehová quiso quebrantarlo” (v. 6, 10). Además, los beneficiados con su sufrimiento no son inocentes, son culpables (v. 6). Ahora bien, quienes lamentan lo ocurrido y reconocen el sacrificio del Siervo de Jehová son judíos. Ellos son los destinatarios principales de esta profecía. Para algunos de ellos en el día de hoy, lo que en realidad se describe aquí es el sufrimiento de la nación de Israel, pues en Isaías 44:1 se nos dice claramente: “Ahora pues, oye, Jacob, siervo mío, y tú, Israel, a quien yo escogí…”. ¿Cómo podemos estar seguros, entonces, de que lo que aquí se nos relata tiene algún vínculo con nosotros, que podemos ampararnos...

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El bautismo de Jesús en el Jordán (III)

En conjunto, el bautismo de Jesús es un ejemplo de obediencia a la ley de Dios. Él no está al margen de la ley de Dios, él la cumplirá completamente y satisfará las demandas del Sinaí en representación nuestra. También, el bautismo de Jesús anticipa que él llevará nuestros pecados en la cruz. Los lleva simbólicamente al entrar al río y ser cubierto por las aguas del Jordán y nos da la certeza de que lo hará pagando realmente su precio por nosotros. Por su justicia nosotros seremos justos, por su muerte nosotros seremos salvos.

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El bautismo de Jesús en el Jordán (II)

La llegada de Jesús al Jordán para ser bautizado por Juan tiene mucho simbolismo y propósito. No es un accidente ni es un hecho secundario. Hemos visto algunas analogía y contrastes con este evento y otro que ocurrió miles de años antes en el mismo lugar, cuando el pueblo de Israel por fin cruza este río y entra en la “tierra prometida” bajo el mando de Josué, lo que nos provee de figuras proféticas que serán completadas en la persona de Cristo en su “paso” por el Jordán, así como otras analogías y contrastes.

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El bautismo de Jesús en el Jordán (I)

“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él” Mateo 3:13 El pasaje de Mateo 3:13-17 Jesús es introducido al pueblo y al mundo –para iniciar lo que se llama su ministerio público– y es públicamente reconocido, validado y engrandecido por su Padre. Por treinta años el Hijo de Dios ha estado en completa sumisión, velado, esperando el instante de su presentación pública. Juan el Bautista le señala: “He aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), y el Padre le da un reconocimiento extraordinario delante de toda la creación: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia” (v. 17). Jesús viene al Jordán “para ser bautizado por Juan el Bautista” (v. 13), y este río está cargado de simbolismo. En este río el acercamiento del reino de los cielos se hace realidad. El paso de Israel bajo la guía de Josué nos presenta extraordinarias analogías cuando lo contrastamos con el bautismo de Jesús. Josué también se constituye aquí en un arquetipo de Jesús. Juan estaba bautizando en Betábara (Juan 1:28), en el mismo lugar donde Israel cruzó bajo el mando de Josué. Josué cruzó el Jordán, dejando definitivamente atrás la esclavitud del pueblo de Israel para entrar en la tierra prometida (Josué 3); fue su líder y libertador a continuación de Moisés. En el mismo Jordán, Jesús...

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¿Amas al Señor?

¿Cómo manifestaríamos nuestro aprecio por el Hijo de Dios si le viéramos de frente? ¿Sería acaso un frío saludo formal? “No me diste beso” Lucas 7:45 ¿Acaso el Señor diría tal cosa a nosotros, a nosotros que profesamos amarle a Él? ¿O diríamos? “Pero Señor, mira, ¡cómo te sirvo!” Contestaría, “Bien, pero… ¿ningún beso para mí?”; “Ah Señor, pero yo he hecho grandes sacrificios en mi servicio para Ti.” Amados hermanos, es posible ser externamente correctos en nuestra vida cristiana, es posible apreciar el lugar donde el Señor nos ha puesto en la iglesia local, y aun podemos ser moralmente ser intachables en nuestro actuar. Es posible estar muy ocupados en servir, sin darnos cuenta que hay algo que el Señor anhela de todo corazón: anhela el amor personal nuestro. Adorar significa “besar hacia” un objeto. Ningún servicio, ningún éxito, ningún sacrificio puede suplir lo que Él busca. Dijo el Señor a Simón: “No me diste beso“… Que no nos reproche lo mismo a nosotros. JBN/DAJ/rc   Lectura Diaria: 2 Reyes 25 [leer] /Ezequiel 1 [leer] /2 Timoteo...

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