Todos apreciamos los suaves perfumes que nos llenan de paz y un sentir de afecto. ¿Sabía que el nombre de Cristo puede tener este efecto? Lea acerca de ello.
“Para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida.” 2Corintios 2:15-16.

Pablo el apóstol deja entrever cosas muy personales en sus escritos. A los corintios les informaba acerca de su llegada al puerto de Troas y a pesar de tener libertad y espacio para predicar el evangelio, partió buscando a Tito. Pablo quiso conversar con Tito acerca de los corintios y como hubieran respondido a su primera carta. Pablo era un hombre con sentimientos similares a los nuestros. Estuvo deseoso de saber de los cristianos en Corinto. No pudiendo encontrar a su consiervo Tito, se despidió de los hermanos en Troas y seguía viaje buscando a Tito y ¡se encontró con él! Se sintió gran gozo por eso, “mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” 1 Corintios 2.14. Parece que Tito le relató de una reacción positiva en Corinto y Pablo se sintió satisfecho. Los hermanos de Corinto habían detectado la voz de Cristo en las exhortaciones que Pablo les entregó.

¿Ha tenido la experiencia en su vida de testificar acerca de Jesucristo sin saber cómo lo iban a recibir los oyentes? Algunos se deleitan al escuchar acerca de Jesús pues saben que por medio de él viene toda bendición. Sin embargo, hay otros que no saben apreciar al Salvador. Pablo explicó la razón porque se producen estas dos reacciones opuestas: “porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida” vv.15-16. Pablo ya había agradecido a Dios reconociendo que “nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento”. Pablo se valía de la analogía de una celebración de victoria como la practicaban los romanos. Cuando los generales del ejército romano volvían a Roma después de una conquista notable, hacían una entrada triunfal por las calles. Fue un verdadero desfile militar. El general andaba en su carruaje dorado acompañado por sus oficiales y seguido por la tropa. Pero al final de la procesión venían los cautivos encadenados. Había sacerdotes que echaban nubes de incienso que flotaba sobre la escena. Para los conquistadores, era el aroma de la victoria, más para los cautivos, era la aroma de la muerte. Algunos pagarían con su vida en el Coliseo devorados por las bestias silvestres. Para los que aman a Dios escuchar de Jesucristo es agradable como cuando se siente perfume en el aire. Para los demás no hallan nada agradable.

“Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” v.16. Pablo reconoció la tremenda responsabilidad que tenemos de ser fieles en nuestro testimonio. El tema de la salvación es importantísimo pues marca la diferencia entre el cielo y el infierno; entre la vida y la muerte; entre la bendición y el ruin del alma. ¿Quién tiene suficiencia en sí para transmitir el mensaje? Pablo contesta que él no era como muchos parloteando livianamente “sino que con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo” v.17. El nombre de Cristo es un perfume a nuestras narices. Con la esposa con el Cantar de Cantares, decimos “Tu nombre es como ungüento derramado” Cantares 1:3. ¿Le encanta saber de Cristo? Es como un perfume que uno nunca quiere dejar de olfatear. –daj

Lectura Diaria:
Nehemías 1-2 [leer]
/Daniel 11:21-45 [leer]
/Apocalipsis 7 [leer]