Además de evangelistas y enseñadores, se necesitan cristianos que animan a la juventud, instruyen a sus hermanos, y demuestran amor amigable. Lea de este importante tema.
“A Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor”. 2 Timoteo 1:2.

En Pablo, Timoteo tuvo un destacado amigo-hermano-profesor. Por ser su padre espiritual, Pablo tuvo interés en el desarrollo espiritual de Timoteo. No le abandonó ni se olvidó de él. Oraba por él y le aconsejaba. En las cartas enviadas por Pablo a Timoteo, dice, “te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti,” 2 Timoteo 1:6, y “no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” v.7. Luego agregó “por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor,… “v.8. Pablo había invertido tiempo en Timoteo y la última vez que se vieron hubo lágrimas al despedirse. Siguió con sus consejos, “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. Vv.13-14. Pablo tuvo interés en el bienestar espiritual de Timoteo. Era hermano, amigo, y enseñador para Timoteo.

La madre y abuela de Timoteo fueron sus primeras instructoras, enseñándole las Sagradas Escrituras. Pablo mismo tuvo una experiencia similar a la de Timoteo, pero no en la fe cristiana, sino en la enseñanza de los judíos transmitida por sus “mayores”, sus antepasados. Dentro de los dictámenes de la ley, Pablo vivía una vida intachable, y la fe necesaria para vivir esta clase de vida era la misma fe sincera que había tenido la familia de Timoteo. Es la fe que acepta con confianza lo que Dios revela y luego el individuo pone por obra lo que Dios indica. Es la misma clase de fe que tuvo Abraham, “¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia”. Romanos 4:3. Pablo hizo referencia a esta fe cuando se defendía ante Félix, “esto te confieso,… así sirvo al Dios de mis padres”. Hechos 24:14; 26.6.

Después de los padres, hay otro grupo de personas que también influyen en la vida de los hijos. Son sus profesores en la Escuela Dominical, y también aquellos hermanos que predican el evangelio o dan enseñanza en las reuniones de la iglesia local. Hoy necesitamos más hermanos que se dedican a este ministerio de animar, consolar, instruir, y amar. Tiene un efecto fortalecedor y sostiene al creyente más joven en su andar cristiano. Juan Stott, destacado expositor de la Biblia, agradeció siempre al hombre que le guió a Cristo. Habló de la devoción del hermano que le escribía una vez a la semana por siete años, y oraba por él todos los días. Debe hacernos reflexionar sobre ¿qué estoy haciendo yo para animar a los demás? ¿Soy hermano-amigo-animador? –DAJ

Lectura Diaria:
Génesis 26:1-35 [leer]
/Job 32:1-33:33 [leer]
/Mateo 13:44-14:12 [leer]