El deseo de dos hombres de saber donde moraba Jesús fue el comienzo de una experiencia singular en su vida. Fueron los primeros convertidos y llegaron a ser elegidos apóstoles. Lea la historia de su encuentro con Jesús.
“Y mirando a Jesús que andaba por allí, (Juan) dijo: He aquí el Cordero de Dios.” Juan 1:36
Donde el Mar de Galilea entrega sus aguas que van hacia el sur, nace el río Jordán. Los discípulos Juan, Jacobo, Andrés y Simón Trabajaban como pescadores en el renombrado lago. En un lugar llamado Enón, Juan Bautista comenzó su trabajo como heraldo anunciando la venida del Mesías. Muchos llegaron para escuchar y algunos fueron bautizados para dar evidencia de su fe en el mensaje referente al Mesías, pronto a ser presentado. Su mensaje era sencillo: prepárense arrepintiéndose de la vida pasada pues ya viene el Mesías. Juan Bautista ya llevaba algún tiempo anunciando el reino cuyo rey debe aparecer luego. Sus palabras eran: “el reino de los cielos se ha acercado”. Algunas personas ya eran discípulos del Bautista. Ser discípulo significa aceptar la validez de lo dicho por su maestro, y practicar sus enseñanzas.
El mensaje de Juan versaba precisamente sobre los anhelos del pueblo judío de tener a su Mesías presente gobernando la nación. La predicación de Juan daba esperanza de que luego se cumplirían las promesas hechas por los profetas referentes al Mesías. El pueblo estaba en expectativa. (Lucas 3:15). La predicación de Juan era distinta a la de los rabinos y fariseos. Algunos eruditos dicen que los fariseos habían incrementado la cantidad de leyes a más de 600. Pero no eran leyes divinas sino humanas. Juan enseñaba cómo podían prepararse para la venida del Mesías en forma práctica, es decir, tenía que haber cambios en la vida. En Lucas 3 Juan decía al pueblo: “Haced frutos dignos de arrepentimiento”. También dio instrucciones a los publícanos y soldados. (Lucas 3:12-14). Llegó el día cuando Juan apuntó a Jesús, diciendo, “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. El siguiente día, Juan volvió a llamar a Jesús “el Cordero de Dios”. No solamente a Juan le dio la tarea de anunciar a Jesús, sino a nosotros los cristianos hoy tenemos el privilegio de proclamar que el Cordero de Dios que ya vino, luego vendrá otra vez.
Andrés y a su amigo Juan eran discípulos de Juan el Bautista. Al escucharle señalar a Jesús como “El Cordero de Dios”, ellos dejaron al Bautista para ir tras Jesús. Jesús siente que le seguían y se vuelve para preguntar en forma directa y clara: “¿Qué buscáis?” Es una buena pregunta que de vez en cuando nos debemos hacer ¿qué es lo que buscamos en la vida? El Señor siempre responde a la persona que busca la verdad acerca de Él. Al enterarse de su deseo que era saber dónde moraba, les invitó a acompañarle a su habitación. La pregunta “¿Donde moras?” revela interés en aprender de este “nuevo Maestro”, y donde tenía su “escuela”. Al acompañar a Jesús seguramente le preguntaron sobre su doctrina en base de lo aprendido con Juan. Las respuestas satisficieron cabalmente las incógnitas de los dos pues inmediatamente Andrés llama a su hermano Simón indicando que estaban convencidos que en realidad, éste era el Mesías prometido. Cuando presentamos el evangelio a los inconversos debemos ser claros para indicar que Jesús es el Enviado de Dios para ser su Salvador. La Biblia es la fuente que revela la verdadera identidad del Señor Jesús. En los días de Juan, Cristo porque se cumplían las profecías hechas acerca de Él. Luego mostró su origen divino por sus enseñanzas. Con los milagros que realizaba, confirmó todo lo dicho acerca de Él. Nos conviene aprender de Cristo para poder testificar de Él. –DAJ
Lectura Diaria: | ||
Génesis 30:1-43 [leer]
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/Job 40:1-41:34 [leer]
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/Mateo 16:13-17:13 [leer]
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