Muchos cristianos de avanzada edad en el día de hoy se acuerdan de que cuando eran jóvenes memorizaban las Escrituras y cuánto bien les hizo. Es tiempo de renovar la práctica
“En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” Salmo 119:11.

El primer día en el cual Josué asumió el liderazgo del pueblo de Israel, Dios le instruyó de una necesidad para evitar el fracaso en su vida. Josué había de guiar al pueblo para entrar en Canaán y luego tenía que repartir la tierra entre las once tribus. Por ser sacerdotes los miembros de la tribu de Leví no recibieron una región propia como las otras tribus, sino recibieron ciudades. Dios aseguró a Josué que podría contar con la presencia suya todos sus días. “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” Josué 1:5. En base de esto, Dios animó a Josué a esforzarse y ser muy valiente. Debía entender que esta exhortación no era para que se destacara más inteligente o más hábil entre sus pares; antes bien, que fuera obediente para hacer lo que Dios había determinado. “Esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas” v.7. La importancia de tener la Palabra de Dios en la mente fue reiterada a Josué pues Dios dijo: “nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él,…” v.8

Lo recomendado a Josué es válido para nosotros hoy. Cristina L. había sufrido períodos de depresión toda su vida. Quince años atrás leyó un libro que recomendó memorizar porciones de la Biblia. Así el enfoque de su vida cambió. En vez de pensar tanto en sí misma, aprendía verdades bíblicas. En su régimen de hacer ejercicio, caminaba, y mientras iba caminando recitaba pasajes de la Biblia que había memorizado. Dijo, “hace un par de años me di cuenta que mis tiempos de depresión ya no me controlaban, sino Dios me hablaba por medio de las escrituras. La verdad de la Biblia fue la mejor medicina para mí”. Chris Thompson contó que cuando iba a visitar a su abuela de 95 años de edad en el hospital, se ofreció a leerle las Escrituras. La ancianita dijo que no era necesario y con una sonrisa le informó que las porciones bíblicas memorizadas en su juventud le sostenían en su vejez. Acto seguido comenzó a recitar ciertos salmos para demostrar que lo dicho fue cierto. Aunque la abuela sufría mucho dolor en sus últimos días, se mantuvo feliz en el Señor y la Palabra de Dios estaba cerca de ella.

Cuando nuestro Señor Jesucristo fue tentado por el Diablo, le venció con citarle las Escrituras. Esteban, al primer mártir cristiano se refirió a varios pasajes bíblicos en su discurso ante el concilio. El salmista conoció el valor de la Palabra de Dios, “en mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” Salmo 119:11. Pablo el apóstol supo presentar a Jesús como el Salvador enviado del cielo, citando textos bíblicos. Por ejemplo vea Romanos 9:25-29. El escritor del libro a los Hebreos citó las escrituras para hablar bien del Señor Jesucristo. En la cocina de su casa don Guillermo McBride, padre, tomaba desayuno. Frente a él en la pared había un texto bíblico que pronto lo tenía memorizado. Un día se preocupó de su estado espiritual pues no era salvo. Dios trajo a su mente el mensaje aprendido y puso su fe en Cristo. “La exposición de tus palabras alumbra; Hace entender a los simples” Salmo 119:130. Aprenda las Escrituras. Tenga la Palabra de Dios en mente. –daj

Lectura Diaria:
Génesis 33:18-34:31 [leer]
/Salmos 4:1-6:10 [leer]
/Mateo 19:1-15 [leer]