Siempre ha habido cristianos fieles que por su fe han pagado con su vida por mantenerse firmes en su testimonio. Lea acerca de Irene Ferrel que murió en 1964.
“Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.” 1 Corintios 4:12.
Algunos han leído de los mártires antaño que murieron por la causa de Cristo. Comenzando con la muerte de Esteban en los albores del cristianismo, y atravesando los siglos ha habido muchos que pagaron con su vida por mantener incólume su profesión de fe en Cristo. Todavía en nuestros días hay hermanos que sufren por su fe, y algunos han pagado con su fe. En el país del Congo los hermanos bautistas mantenían una escuela en Mangungu. Para llamar a los niños a sus clases, no se tocaba una campana sino diariamente los alumnos de la escuela respondían al sonido del tambor. En Enero, 1964, el sonido transmitía un mensaje a un grupo de guerrilleros marxistas que consideraban el cristianismo como un competidor. El sonido del tambor era una señal para los rebeldes que la escuela seguía en operación. Nkedi, el director congolés de la escuela expresó su preocupación por el clima de hostilidad que sentía en el aire. Parados a la sombra de su casa, las misioneras Irene Ferrel y Ruth Hege recibieron las noticias que el director iba a cerrar la escuela por dos semanas hasta que la situación se mejorara. Mientras conversaban, el sonido de un avión se escuchó.
“¡Avión! ¡Avión! ¡Avión!” gritaron los africanos. En lugares tan remotos como Mangungu un avión despertaba interés. Mientras circulaba el piloto tiró algo del avión que cayó cerca de donde estaban. Era una carta adherida a una tela larga color blanco. La recogieron y con temblor leyeron el contenido: “¿Están bien Uds.? Todos los misioneros evacuados de Mukedi. Estación Kandala incendiada y misioneros evacuados. Favor señalar sus intenciones”. La nota les instruía a sentarse en el suelo si querían ser evacuados y un helicóptero vendría por ellos. El avión hacía círculos esperando la respuesta. “Señor, guíanos”, oraron. No querían abandonar el lugar pero ya que eran las únicas personas blancas, su presencia se notaba. Tomadas de la mano, Irene y Ruth se sentaron en un lugar visible y el avión se fue. Era las tres de la tarde el 24 de Enero, 1964. Esperaban que el helicóptero llegara dentro de la hora. Rápidamente juntaron sus enseres, dejaban pagadas las cuentas y escondieron el auto. Pero el helicóptero no llegó. Los cristianos se reunieron para orar y continuaron hasta la medianoche.
Los hermanos en la fe dijeron: “Vamos a continuar con Uds. hasta que llegue el avión a buscarles. No vamos a ir a casa. Vamos a dormir aquí esta noche”. A pesar de las escaramuzas en el país, al área donde estaba la escuela había disfrutado de una existencia pacífica. Ruth e Irene se acostaron y de repente escucharon a personas gritando and corriendo. Gritos fuertes, y el sonido de vidrios rotos dio a entender que los jóvenes rebeldes habían llegado. Rápidamente las mujeres se vistieron. Los rebeldes invadieron la casa cogiendo lo que estuviera a su alcance. Quitaron a Ruth sus zapatos que tenía en la mano. Violentos y obviamente drogados, los rebeldes arrastraron a las mujeres por el pasto frente a la casa quitándole su falda y queriendo empujarles al suelo. “Gracias a Dios, estamos juntos” dijo Ruth a Irene. En ese momento vino una flecha que dio precisamente en la garganta de Irene. “Aquí termino yo” dijo Irene y cayó muerta. Un golpe cayó sobre Ruth y colapsó inconsciente al lado de su colega. Los enloquecidos atacantes pensaban que ambas estaban muertas y cuando se fueron, Ruth recobró la conciencia y se arrastró a un escondite pero por cuatro días sufrió amenazas hasta que llegó el helicóptero. Durante este tiempo, pudo testificar del amor de Dios a los rebeldes. Dos hermanos en la fe llamados Luka y Zacarías le protegieron. Ellos fueron torturados por los rebeldes y por fin, se escaparon para esconderse en la selva. Antes de ir al cielo, Jesús dijo a los suyos que algunos sufrirían y ser desechado”. Irene Ferrel murió sirviendo al Señor quien había dicho: “primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado por esta generación” Lucas 17:25.
Lectura Diaria: | ||
Génesis 46:1-47:27 [leer]
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/Sálmos 25:1-22 [leer]
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/Mateo 26:31-56 [leer]
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