SIMEÓN Y ANA
Simeón y Ana vivieron largas vidas esperando al Mesías. ¡Y llegó! Lo vieron pero no como el Rey vitoreado por el pueblo, sino como un bebé en los brazos de su madre. Nos dejaron una importante lección. “Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado SIMEÓN, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel;… Estaba también allí ANA, profetisa,.. y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones”. Lucas 2:25, 36-37. En la Biblia hay biografías de personas que requieren varios capítulos para presentar sus vidas. En el Antiguo Testamento se cuentan las historias de Abraham, Jacob, Samuel y David, Daniel. En el Nuevo Testamento, fuera del relato de la vida de Jesús, tenemos detalles de la vida Pedro y Pablo, y referencias menores a Esteban y Timoteo. Sin embargo, hay algunos personajes cuyas historias aparecen como un relámpago una sola vez y nada más se cuenta de ellos. En el Antiguo Testamento tenemos la muchacha en la casa de Naamán cuyo consejo resultó en la sanidad del general. No sabemos nada del muchacho que servía a Jonatán pues no dijo nada pero con un solo acto preservó la vida de David. Jonatán solamente dijo “he allí las saetas más allá de ti; vete” 1 Samuel 20:22, y con estas palabras David interpretó el mensaje de huir. Sin...
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