PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 2_16 — (026)
Tres son los enemigos que buscan robar al creyente de su bienestar espiritual. Lea acerca de ellos. “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” 1 Juan 2:16 El cristiano en que el amor del Padre reside halla que hay tres enemigos que buscan apagar el ejercicio de este amor. La misma naturaleza pecaminosa en uno es un enemigo. En segundo lugar, Satanás trata de distraer y tentar al creyente en Cristo. El tercer enemigo es el mundo mismo que ofrece placeres y logros diseñados para desviar al individuo de entregar su devoción y afecto al Padre y al Señor Jesucristo en el poder del Espíritu Santo. “NO AMÉIS al mundo, ni las cosas que están en mundo” fue la exhortación en el verso 15. El verso 16 amplía el pensamiento y explica por qué. El amor por algo o por alguien lleva a la persona a entregarse al objeto en que tiene puesto su afecto. Todo lo que el mundo promete es para gratificar la parte sensual del hombre. El encanto que ofrece es temporal y termina dejando al individuo defraudado y buscando otra emoción más fuerte que la anterior, y nunca llega a una satisfacción completa. Los que consuman drogas confiesan que la euforia...
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