Dentro de cada hijo o hija de Dios vive el Espíritu Santo. El Espíritu hace posible que podamos nacer de nuevo. El Espíritu también derrama el amor de Dios en nuestro corazón. Lea acerca de la unción del Espíritu.
“Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas.” 1 Juan 2:20.
Las personas mencionadas en el verso 19 se habían apartado del grupo de creyentes en el Señor Jesús. Según Juan, si hubiesen sido convertidos, habrían permanecido. Pero salieron y su alejamiento dejó en evidencia que nunca fueron salvos. Cabe la palabra “apóstata” para describir la actitud tomada por los que se fueron. Apostatar significa caerse de donde está. En 2 Tesalonicenses 2:3 se anuncia la apostasía que va a ocurrir cuando “se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Esta será la gran apostasía de la tribulación, pero antes en forma individual, algunos que profesaron ser del Señor se apartarán, y así apostatarán. Un apóstata nunca ha sido salvo.
El verso 20 hace un contraste con el verso 19. El verso 20 describe a los cristianos fieles de dos maneras. 1. Tienen la unción del Santo. 2. Son conocedores de la Verdad. La unción del Santo es una referencia al acto de recibir el Espíritu Santo en el momento de convertirse a Cristo. La palabra tenía que ver con el aceite que ponían sobre los reyes antaño cuando eran coronados o inauguraron una nueva etapa en sus vidas. Leemos del sumo sacerdote en el Antiguo Testamento “el cual fue ungido con el aceite santo” Números 35:25. El que cree en Cristo forma parte del “sacerdocio santo” 1 Pedro 2:5. Los dones del Espíritu son como el aceite que provee la lubricación que hace funcionar la iglesia.
La presencia del Espíritu en los creyentes ilumina, santifica, consuela e instruye para poder conocer las grandes verdades que Dios quiere que sepamos. El Espíritu Santo enseña de tal modo que a la medida que vamos avanzando en el conocimiento de la verdad, la vida práctica se desarrolla en la vida diaria del cristiano. Conocer la verdad conduce a poner por obra los principios como el amor, la obediencia, y la ayuda mutua. Es lo que produce cambios en la vida dejando en evidencia que se es hijo de Dios. Nos lleva a apreciar las inescrutables riquezas de Cristo y hallamos hermosura en Él, lo cual es motivo de adoración. –daj
Lectura Diaria: | ||
Deuteronomio 34 [leer]
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/Oseas 6:4-7:16 [leer]
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/Lucas 19:1-28 [leer]
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