Primera epístola de Juan 2_25 — (035)
Las promesas de Dios no son como otras. Se extienden más allá de la vida y alcanzan hasta la eternidad, Lea de la promesa de la vida eterna. “Y ésta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna.” 1 Juan 2:25 El texto de cabecera establece que Dios ha hecho una promesa. El aspecto predominante de ella es que jamás terminará. Es eterna. En el verso 24 Juan el apóstol mencionó la palabra “permanecer” tres veces. Así nos hace ver que el carácter de Dios queda estampado en cada acto que realiza. Dios es eterno y ama eternamente. Esto es reconfortante. Cuando Dios nos salva, salva eternamente. El mundo está marcado por arreglos de corta o larga data. La mayoría de los contratos especifican ciertos límites de tiempo después de lo cual es necesario renegociar. Sin embargo, cuando Dios trata con nosotros, es para toda la eternidad. Nos perdona y el perdón perdura para siempre. En la esfera humana las promesas hechas entre los seres humanos no pueden ser eternas pues ninguna persona es dueña de su vida futura a perpetuidad. En los votos nupciales, aunque los contrayentes estén dispuestos a asumir el compromiso de por vida, dicen “hasta que la muerte nos separe”. No es así cuando Dios salva al pecador. La promesa de él es “vida eterna”. Dios es un ser eterno. Del Hijo de...
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