PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_6 — (046)
Vivir una vida santa debe ser el deseo más íntimo de todo cristiano. La nueva vida en Cristo nos capacita para vivir esta clase de vida. Hasta que lleguemos al cielo seremos tentados a pecar, pero todo hijo o hija de Dios tratará de evitarlo. “Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.” 1 Juan 3:6. La clara declaración del versículo 5 Se refiere al Señor Jesús y dice que “no hay pecado en él.” La perfección de Jesús es la que dio valor a todo lo que hizo especialmente cuando murió, fue sepultado y resucitó. Ahora en su calidad de ascendido y glorificado Salvador, Cristo es presentado como el sumo sacerdote “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” Hebreos 7:26. Con toda confianza Jesús pudo decir a los que se le oponían cuando Él estaba en la tierra, “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46. Nadie pudo, porque no hubo pecado en Él. La continuada perfección del Señor Jesucristo en el cielo significa que los que reciben la vida eterna por medio de Él ahora deben reflejar por medio de su comportamiento los principios de la nueva vida. Permanecer en él como dice el texto de cabecera significa conducir la vida consciente de que estando Jesús...
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