Mes: Septiembre 2011

PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_17 — (057)

Una condición que parece caracterizar al ser humano es ser egoísta. A menudo buscamos aprovechar cualesquier ventaja sin pensar en los demás. El amor piensa en el bienestar del otro y Dios pone su amor en el corazón de los suyos esperando que lo demuestre. “Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?” 1 Juan 3:17. Si el Señor Jesús “puso su vida por nosotros, también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” 1 Juan 3:16. Cabe la pregunta, ¿en qué forma puedo yo poner mi vida por mis hermanos? La vida cristiana debe ser más que una teoría. Debe verse en acción. Jesús lo dijo claramente, “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” Juan 13:35. El amor se ve cuando aprovechamos cada oportunidad  para beneficiar a otro. El Señor Jesucristo mostró amor cuando respondió a Jairo para ir a su casa. El Señor mostró amor cuando lloró con las hermanas de Lázaro. El Señor mostró amor cuando recibió a los niños. El Señor mostró amor cuando respondió al malhechor en la cruz. Jesús fue motivado por amor siempre. La proposición del texto de cabecera es fácil de captar. Si uno posee bienes y está en condiciones de...

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PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_16 — (056)

No hay mejor ejemplo del amor que el amor demostrado por el Señor Jesús cuando fue a la cruz. La contemplación de ella debe causar repercusión en nosotros. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.” 1 Juan 3:16. Juan ha dejado en claro en verso 15 que cuando alguien aborrece a otro, es como privarle de consideración y tratarle como un muerto. Alguien ha dicho, “A quienquiera le aborrece, le desea muerto”. El texto de cabecera apunta hacia el mayor despliegue de amor que ha habido, el amor de Jesús por los suyos en la cruz de la Calavera. Hay muchas maneras de apreciar el sacrificio hecho por Jesús cuando murió en la cruz. Una de ellas es que con su entrega el Salvador dio a conocer la esencia del amor. El amor se demuestra a través del interés en promover el bienestar del otro. Tal interés puede significar estar dispuesto a sacrificar lo que es de uno para beneficiar al otro. La expresión del amor en su forma más alta fue cuando el Señor Jesucristo puso su vida por amor a nosotros. Es un ejemplo digno de seguir. Juan el apóstol sugiere que la contemplación del amor de Cristo para con nosotros no debe dejar a nadie indiferente. “Debemos poner nuestras vidas...

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¿CONOCE EL CAMINO AL CIELO?

Muchos saben el camino a pueblos y ciudades y a cualquier viajero podrían dar indicaciones acerca de cómo llegar. ¿Cuántos saben el camino al cielo? Menos mal que un escocés sabía del uno y del otro camino. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” Juan 14:6 En el pequeño y montañoso país de Escocia hay dos ciudades principales. Edimburgo está en la costa oriental y Glasgow se halla al otro lado, en el río Clyde. Años atrás, un caballero inglés de Londres viajaba en auto por el pueblo de Kilmacolm. Buscaba el camino a Glasgow. Acercándose a trabajador en el camino, le preguntó cuál camino debía tomar para llegar al destino deseado. El escocés pudo decirle por donde tenía que ir, recibiendo el agradecimiento del viajero. El automovilista se despedía cuando el otro le dijo, “Perdone, señor, ¿acaso usted conoce el camino al cielo? “No,” contestó el viajero, “no lo sé”. “Bueno, fue Jesucristo que dijo Yo soy el Camino, nadie viene al Padre, sino por mi”. Con esto el inglés continuó su viaje hacia Glasgow. Durante los días siguientes, el inglés no podía olvidarse de las palabras escuchadas. “Yo soy el Camino, nadie viene al Padre sino por mi”. Pensaba en que había recibido las indicaciones para ir a Glasgow y también supo del camino...

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BUSCANDO DESCANSO

Jesús se dirigió a personas cansadas y trabajadas en su día ofreciéndoles descanso. El cansancio no era el producto de mucho trabajo físico sino de un afán espiritual por encontrar la paz. La invitación de venir a él queda vigente. “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” Mateo 11:28 Un conocido conferencista recibió un recado de un estudiante que decía, “El estado de la humanidad que conocemos está en un espiral hacia abajo, y desde mi perspectiva, se va a empeorar. ¿Acaso hay alguna esperanza para ella y específicamente para mi generación?” Es una pregunta que nos hace reflexionar. Es una pregunta que un profesor de filosofía podría presentar a su clase. Reconocemos que la multiplicidad de conflictos que se presentan ante la generación joven la deja perpleja y buscando una salida. Hay algunos a quienes no les importa el problema. Pero hay otros que luchan por encontrar la respuesta. Quieren que su vida tenga sentido y que puedan disfrutar de los éxitos que todo ser humano desea tener. No es cuestión de ser cínico, pesimista, u optimista, sino realista para sacar una conclusión que valga. Cuando el Señor Jesús se dirigió a los “trabajados y cargados”, ofreciéndoles descanso, las palabras que usó eran comunes y todos las entendemos. ¿Quién no se ha sentido cansado, agotado, extenuado, y exhausto alguna vez...

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PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_15 — (055)

Nadie quiere ser calificado como asesino. Aunque una persona no mate a nadie, puede ser que adopte una actitud de aborrecer a su hermano y esto equivale a no considerarlo digno de su amor. Es como “matarlo” en su relación con él. “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.” 1 Juan 3:15. El verso 14 terminó describiendo a una persona que revela su condición espiritual cuando no ama a su hermano. Es pecado por omisión, “el que no ama a su hermano, permanece en muerte” v.14. El verso 15 define un pecado por comisión; es el pecado de aborrecer a su hermano. El amar y el aborrecer son dos polos aparte. Es como la diferencia entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte. Se excluyen mutuamente. La consecuencia final de aborrecer a alguien equivale a “matar” a la persona. En este caso extremo, es privar al otro de consideración y tratarle como un muerto. Alguien ha dicho, “A quienquiera le aborrece, le desea muerto”. El texto de cabecera califica al que aborrece como “homicida”. Nuestro Señor Jesucristo dijo algo similar, “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de...

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