PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_20 — (060)
Vivir tranquilo sabiendo que todo pecado y toda maldad ha sido borrado es una gran bendición. Dios está dispuesto a hacerlo a toda persona que se acerca en procura de ella. “Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.” 1 Juan 3:19-20. El deseo universal compartido por todo ser humano es vivir tranquilamente. Dentro de cada uno Dios ha puesto una conciencia, aquella voz interior que suena una alarma cuando se enfrenta una tentación. También la conciencia sirve cuando uno procede en integridad y se siente confirmado en su actuar. No hay paz cuando nuestro corazón nos reprende. Gracias a Dios por esta facultad que en el texto de hoy es llamada “el corazón”. Esta facultad nos ayuda a juzgar entre el bien y el mal, y entre la santidad y el pecado. Con ella podemos juzgar el carácter moral de la conducta humana. Para funcionar bien, la conciencia y el corazón necesitan la verdad como su punto de referencia. Ha sido revelada por la palabra escrita (la Biblia), y por la Palabra Viva (Jesucristo). La conciencia en sí no es garantía que se esté procediendo bien. Tiene que ser instruida por la verdad de Dios. Como las otras facultades humanas que fueron afectadas por el pecado con la caída de Adán, así también la conciencia. La enseñanza en el...
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