Mes: Octubre 2011

PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_21 — (061)

Nadie quiere tener una conciencia compungida por algún pecado o falta cometida. Es rico vivir con un corazón que no reprende y tenemos algunos ejemplos bíblicos de ello. “Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios.” 1 Juan 3:21. En este verso Juan presenta el corazón que no reprende, todo lo contrario al corazón que reprende como el mencionado en el verso 20. Se entiende que la reprensión se siente cuando la conciencia acusa de pecado. Si uno viviera su vida cuidándose para no pecar, el corazón no tendría nada que reprender. Ningún ser humano es capaz de vivir sin pecado, pues básicamente somos débiles. El pecado es parte de nuestra naturaleza humana mientras estamos en este cuerpo. Juan ya advirtió sobre la posibilidad de pensar que seamos libres de pecar. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” 1 Juan 1:8. Gracias a Dios que con la ayuda del Espíritu Santo, uno puede aspirar a vivir una vida sin ser dominado por el pecado y en tal condición, “si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios” v.21. Un hombre que vivía una vida santa era Nataneal. Felipe le invitó a ver a Jesús y mientras se acercaba, Jesús dijo: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño” Juan 1:47. Natanael no...

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PARA SIEMPRE ES SU MISERICORDIA

Los hijos de Dios disfrutan de una bendición que diariamente experimentamos. Dios es misericordioso y lo demuestra con amor. Abram lo experimentó y podemos hacerlo nosotros también. “Porque para siempre es su misericordia.” Salmo 136:1-26. El amor misericordioso de Dios se vio en el caso de Abram cuando él se equivocó y viajó a Egipto. Allí negó que Sarai fuera su esposa, y mintió a Faraón. Luego fue reprendido por el monarca pagano a causa de su decepción. Sin embargo, Abram supo que el camino que tenía que tomar para recuperarse fue regresar a Bet-el, el lugar donde en un principio había levantado un altar. “Volvió… desde el Neguev hacia Bet-el,… donde había estado antes su tienda… al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová” Génesis 13:3-4. Abram conoció el amor misericordioso de Dios. Así puede ocurrir en nuestras vidas también. Cuando nos extraviamos del camino de la obediencia, debemos reconocer la equivocación hecha y volver al punto de partida a fin de disfrutar de nuevo la comunión con el Dios de amor misericordioso. Como un eco que se escucha, cada declaración en los 26 versículos del salmo 136 es repetida; “para siempre es su misericordia”. Así el Salmista asegura que todo lo declarado en la primera parte de cada versículo es el resultado de la eterna misericordia divina. Tome...

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AMOR MISERICORDIOSO

El amor verdadero tiene un efecto tranquilizador, suavizante, y levanta el ánimo. Saber que uno es amado imparte un sentir de bienestar. Dios es misericordioso a la vez que ama de verdad. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti.” Isaías 54:10. Hay días cuando el mundo parece girar al revés. Da la impresión que damos dos pasos adelante y retrocedemos tres. El corazón clama buscando una palabra de consuelo, una palabra de aliento. ¿Cómo vamos a seguir adelante? Es precisamente en medio de estas circunstancias cuando la Palabra de Dios suministra el “silbo suave” que tranquiliza. El texto de cabecera usa la naturaleza física y visible como un punto de contraste. La existencia de los montes y los collados sugieren moles inmóviles para los seres humanos. Sin embargo, un día va a haber trastornos en la naturaleza, y entonces, ¿qué de nosotros? “No se apartará de ti mi misericordia”, dice Jehová. Ahí está la preciosa promesa de amor que llena el alma de la paz de Dios. El amor que Dios tiene para con sus hijos es eterno. El amor de Dios nunca falta. El primer uso de la palabra “misericordia” en el texto significa mostrar bondad, fidelidad, benignidad. La misma palabra es...

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PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN 3_20 — (060)

Vivir tranquilo sabiendo que todo pecado y toda maldad ha sido borrado es una gran bendición. Dios está dispuesto a hacerlo a toda persona que se acerca en procura de ella. “Si nuestro corazón nos reprende, mayor que nuestro corazón es Dios, y él sabe todas las cosas.” 1 Juan 3:19-20. El deseo universal compartido por todo ser humano es vivir tranquilamente. Dentro de cada uno Dios ha puesto una conciencia, aquella voz interior que suena una alarma cuando se enfrenta una tentación. También la conciencia sirve cuando uno procede en integridad y se siente confirmado en su actuar. No hay paz cuando nuestro corazón nos reprende. Gracias a Dios por esta facultad que en el texto de hoy es llamada “el corazón”. Esta facultad nos ayuda a juzgar entre el bien y el mal, y entre la santidad y el pecado. Con ella podemos juzgar el carácter moral de la conducta humana. Para funcionar bien, la conciencia y el corazón necesitan la verdad como su punto de referencia. Ha sido revelada por la palabra escrita (la Biblia), y por la Palabra Viva (Jesucristo). La conciencia en sí no es garantía que se esté procediendo bien. Tiene que ser instruida por la verdad de Dios. Como las otras facultades humanas que fueron afectadas por el pecado con la caída de Adán, así también la conciencia. La enseñanza en el...

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BUSCANDO FRUTO

Es totalmente entendible cuando un agricultor busca un retorno por lo que ha sembrado. Jesús usó este hecho para ilustrar como Dios cual viñador espera que los seres humanos respondan a Él con fruto en su vida. El trato recibido por los siervos merece reproche. ¿Ni aun esta escritura habéis leído: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo; El Señor ha hecho esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?” Marcos 12:10-11. Durante la última semana que pasó Jesús en la tierra, entró en el templo y echó fuera a los cambistas y mercaderes que habían transformado la santidad del templo de Dios en una cueva de ladrones. (Marcos 11:17). Al día siguiente, los líderes religiosos exigieron a Jesús que explicara con qué autoridad había actuado tan enérgicamente el día anterior. Dijeron: “¿Quién te dio autoridad para hacer estas cosas?” v.28. Jesús se comprometió a responder sus preguntas si ellos pudieran contestar una hecha por Él. Remontando a un hecho histórico más de tres años antes, dijo: “El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respondedme” v.30. Discutían entre sí de esta manera: “Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? ¿Y si decimos, de los hombres…? Pero temían al pueblo, pues todos tenían a Juan como un verdadero profeta. Así que, respondiendo, dijeron a Jesús: No...

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