Mes: Diciembre 2012

El camino a la felicidad: tener misericordia

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” Mateo 5:7 Cada día de nuestra vida, cada hora, cada momento, los seres humanos participamos de la infinita e inmerecida misericordia de Dios. La palabra tiene el significado de sentir como propia la aflicción y profunda necesidad del otro, mostrándole compasión, afecto y simpatía desde una posición de superioridad. El más poderoso, el más grande, es el que tiene misericordia del que está en una situación de inferioridad. La religión judía era vacía, formal, autosuficiente, externa y no complacía a Dios. Jesús revela su falsedad. Hablando acerca de la real religión, del conocimiento de Dios, del reino de Dios, Jesús les habla de evidenciar pobreza, llanto, humildad, ser buscadores de justicia y santidad, ser humildes, ser misericordiosos. En los tiempos bíblicos la misericordia era un signo de debilidad. Se valoraba la victoria y la destrucción de los enemigos. También hoy la misericordia no es de las virtudes más buscada y exaltadas. Ser misericordioso no trae de vuelta misericordia, ni riqueza o prosperidad, como ocurrió al mismo Señor Jesús. Él fue el gran misericordioso: “ni yo te condeno” (Juan 8:11), “éste come y bebe con publicanos y pecadores” (Marcos 2:16). La misericordia se refiere a una actitud y acción del corazón que crece producto de una relación con Dios. Una vez más, es un distintivo del reino de Dios, y no de la...

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El camino a la felicidad: hambre y sed de justificación

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” Mateo 5:6 Hemos estado considerando los distintivos de los ciudadanos o súbditos del Reino de Dios o, en otras palabras, los que pertenecen al pueblo de Dios por haber obedecido a su palabra y haberse humillado delante de su persona reconociéndose pecadores perdidos y necesitados de salvación. Este reconocimiento de necesidad les ha llevado a mirar a Cristo  y creer en él. En el versículo de hoy se nos habla de hambre y de sed, de un deseo intenso, que es reflejo de profunda necesidad espiritual. Es un deseo intenso de justicia o justificación. El deseo intenso de ser hecho justo para con Dios, de alcanzar aprobación para con Dios, estar en su presencia, tener el perdón de pecados. Tiene que ver con la salvación, no con las situaciones más o menos injustas de la vida diaria. Deseamos no sólo la justicia que viene en la salvación por el acto de Dios declarando justo al pecador e imputándole a justicia de Cristo como suya. El salvado también anhela la justicia que viene en la santificación que es la conformación continua a Cristo. Dice el Salmo 17:5 “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza”. En el orden natural, el deseo por el agua es irremplazable al sediento, y...

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El camino a la felicidad: ser humilde

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” Mateo 5:5 Ellos esperaban al Mesías, al menos así lo decían. Ellos esperaban que –de ser el Mesías– les reconociera su gran religiosidad y su extraordinaria espiritualidad, casi como para decirles que estaban listos para el reino de Dios. Sin embargo, nuestro Señor inicia su ministerio público diciendo que bienaventurados son los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. No de aquellos que piensan que son justos y rectos sino de aquellos que se reconocen como pecadores. ¿Ustedes quieren entrar a las bendiciones de Dios? entonces deben ser pobres, deben llorar, y… deben ser humildes o mansos. La humildad para con Dios es la disposición del espíritu en la cual aceptamos sus tratos para con nosotros como justos y buenos, y por lo tanto no le resistimos. En el antiguo testamento, mansos eran aquellos que descansaban en Dios más que en su propia fuerza para defenderlos en contra de la injusticia. De hecho. El ser humilde es una de las características del Hijo de Dios: Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;” Mateo 11:29. De acuerdo a Gálatas 5:23 aprendemos que esto es una obra del Espíritu Santo, no de la voluntad humana, y aquí nos damos cuenta de...

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El camino a la felicidad: llorar

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4)   Jesús está enseñando a las multitudes y a sus discípulos. En sus palabras hay un mensaje cuyo énfasis va absolutamente en la dirección opuesta a la superficialidad y frivolidad de la vida según se vive en este mundo, entonces y ahora. Su palabra va contra todas las expectativas de quienes le escuchan porque Él les está diciendo que los que lloran serán consolados. Este mundo sólo quiere reír y disfrutar y en todo momento se trata de ocultar o maquillar el dolor, de presentar los unos a los otros un rostro despreocupado y libre. Sin embargo la experiencia nos enseña que hay mucho dolor en este mundo. En cierto sentido así tiene que ser pues desde la caída de Adán, el hombre padece las consecuencias funestas de la entrada del pecado en el mundo “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). Salomón escribió que hay un tiempo de llorar (Eclesiastés 3). La tristeza y el llanto están presente en la vida de muchos personajes bíblicos y es así como leemos de varios hombres de Dios que lloran en la Biblia: Abraham lloró a Sara; David lloró por soledad e incomprensión (Salmo 42) y también lo hace...

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El camino a la felicidad: la pobreza de espíritu

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3 En el sermón de la montaña Jesús nos da a conocer la carta magna del reino de Dios. Los principios que rigen en la esfera del dominio de Dios  Estos son los valores y las cosas que son apreciadas por Dios a través de todas las edades. Aprendemos que la miseria es la llave de la felicidad. Está escrito que “la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). La evidencia demuestra día a día que no se puede llenar un vacío espiritual con cosas materiales, pues el mundo no satisface. Debemos aprender que el evangelio no ofrece cosas para esta tierra y que este mundo es el lugar equivocado para obtener la felicidad. La Biblia nos advierte: “No améis el mundo ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15). Salomón desde la antigüedad también nos recuerda que  “todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2). En su sermón, el Señor nos entrega un manual para la vida que es contrario a todo lo que el mundo valora y exalta. En el mundo se reconoce al autosuficiente, al que tiene los recursos para lograrlo todo. Sin embargo Jesús nos enseña que el primer requisito para ser bienaventurado es la pobreza en espíritu y esta palabra “pobre”...

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