La contemplación de Cristo (I)
“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” Juan 19:5 Considerar la muerte de Cristo conlleva a reconocer, una vez más, el horror de la injusticia, abuso, maltrato y odio hacia uno que solamente había mostrado bondad, misericordia y compasión. Uno que sólo había hecho el bien a los demás (Hechos 10:38). Previo a su crucifixión, Pilato le saca delante de la multitud portando una corona de espinas y vestido de una ropa espléndida de color rojo intenso. El gobernador intenta soltarle apelando a mostrarlo como alguien que no representa la amenaza que los judíos dicen que representa y ridiculizando sus temores. Jesús es un simple hombre: “¡He aquí el hombre!”, ¡contemplad al hombre! (Juan 11:50). En realidad, lo que Pilato intenta hacer es apelar a su estado calamitoso con el fin de ablandar humanamente la ferocidad de sus acusadores. Éstos, impermeables a su dolor y a su dignidad rebajada y maltratada miran a Cristo y no saben que están frente al hombre perfecto, al hijo amado al cual debían mostrar “respeto” (Marcos 12:6). Uno puede preguntarse en el día de hoy si el ser humano no tiene acaso la misma simpatía y compasión superficial por Cristo que Pilato intentaba evocar en los judíos. Después de todo, no cuesta tanto compadecerse de un semejante que sufre....
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