Mes: Enero 2013

La contemplación de Cristo (I)

“Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” Juan 19:5 Considerar la muerte de Cristo conlleva a reconocer, una vez más, el horror de la injusticia, abuso, maltrato y odio hacia uno que solamente había mostrado bondad, misericordia y compasión. Uno que sólo había hecho el bien a los demás (Hechos 10:38). Previo a su crucifixión, Pilato le saca delante de la multitud portando una corona de espinas y vestido de una ropa espléndida de color rojo intenso. El gobernador intenta soltarle apelando a mostrarlo como alguien que no representa la amenaza que los judíos dicen que representa y ridiculizando sus temores. Jesús es un simple hombre: “¡He aquí el hombre!”, ¡contemplad al hombre! (Juan 11:50). En realidad, lo que Pilato intenta hacer es apelar a su estado calamitoso con el fin de ablandar humanamente la ferocidad de sus acusadores. Éstos, impermeables a su dolor y a su dignidad rebajada y maltratada miran a Cristo y no saben que están frente al hombre perfecto, al hijo amado al cual debían mostrar “respeto” (Marcos 12:6). Uno puede preguntarse en el día de hoy si el ser humano no tiene acaso la misma simpatía y compasión superficial por Cristo que Pilato intentaba evocar en los judíos. Después de todo, no cuesta tanto compadecerse de un semejante que sufre....

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El camino a la felicidad: padecer persecución por causa de Cristo

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.” Mateo 5:10-11 Esta es la última de las bienaventuranzas y es doblemente expresada. Los nobles atributos de los hijos del reino que han sido esbozados en los versículos precedentes constituyen un ideal. Pero es un ideal que Dios no transa por el hecho de que los hombres en su pecado no sean capaces de alcanzarlos. Son requisitos permanentes que exigen la justicia, pureza y santidad de Dios de todos los que son suyos. Esta es la forma de agradar a Dios a través de todas las épocas de la historia humana. La  suma de virtudes expresadas en grado variable por los creyentes en cualquier tiempo debiera despertar naturalmente la admiración, el aprecio y el afecto de todos los hombres, pero en realidad no es así. De hecho, el estilo de vida bienaventurado produce rechazo. Esta última bienaventuranza está enraizada con el Antiguo Testamento pues el consuelo de ser perseguido es continuación de la experiencia de los siervos de Dios en la antigüedad. Jesús no ofrece una acogida global para toda clase de sufrimientos, ni para todos los que sufren en cualquier lugar, sino claramente a aquellos que sufren por los...

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El camino a la felicidad: ser pacificador (II)

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo 5:9 Hay un aspecto fundamental que es necesario comprender con respecto al significado de la palabra paz: Paz no es la ausencia de conflicto, discusión  o guerra. La paz no se define en función una ausencia sino más bien de la presencia activa y expansiva del bien, quietud y solaz de parte de Dios entre aquellos que comparten la fe de Cristo. De hecho, la hebrea “Shalom” significa bienestar, y tiene el sentido de estar bien con Dios y con los demás. También es importante tener en cuenta que paz está muy lejos de una falsa pacificación  que sería posible lograr al evadir un conflicto o situación. Dios no hizo la paz con el hombre evadiendo el asunto del pecado sino que enfrentándolo y pagando por el en la cruz. El ser humano, con el fin de mantener muchas veces un precario equilibrio en las relaciones interpersonales, ignora o evita confrontar la injusticia, el pecado, el mal. Aun muchos llamados cristianos prefieren buscar acuerdos en vez de rechazar y denunciar categóricamente el pecado, la inmoralidad, las falsas doctrinas, las herejías. Tengamos siempre presente que la paz de Dios es pura y santa como nos lo da a entender Santiago 3:17: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica”. Entonces, no es paz la...

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El camino a la felicidad: ser pacificador (I)

“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” Mateo 5:9 Jesús ha estado enseñando en el discurso llamado el “Sermón de la Montaña” en Mateo 5 verdades universales de parte de Dios. Desde el verso 3 hasta el 12 tenemos una suma de lo que significa ser un salvado, un creyente, un justo, lo que significa conocer a Dios, lo que significa pertenecer al reino de Dios. Todos estos distintivos están condensados en sentencias simples, cortas y profundas que comienzan con la palabra “bienaventurados”. Llegamos hoy al verso 9 y el Señor nos habla de paz. Este tema es una idea constante en la Biblia, pues la historia humana comienza con paz en la creación y en el hombre, pero esta paz es interrumpida con la desobediencia del hombre. Sin embargo, la historia del hombre finaliza con paz recuperada en el corazón, traída a la tierra por el Hijo de Dios desde el pesebre (Lucas 2:14), lograda en la cruz (Colosenses 1:20) y que será establecida finalmente en el reino de Dios. Desde la perspectiva humana la paz es imposible en el mundo actual porque el hombre está en guerra con Dios y consigo mismo. Los pacificadores humanos son inefectivos. Nunca ha habido paz verdadera en el mundo y por lo tanto necesitamos otra aproximación. Tenemos más bien que mirar más alto y considerar esta virtud a...

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El camino a la felicidad: ser de limpio corazón

“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” Mateo 5:8 Esta bienaventuranza no tiene que ver con actitudes hacia los hombres sino hacia Dios. Se refiere a las condiciones en las que debemos estar para encontrarnos con Dios. Cuál es el grado de “bienestar espiritual” que debemos exhibir para presentarnos delante de él. Esta es la cúspide de las bienaventuranzas. Aquí Jesús está dejando claro un principio: no importa lo que ustedes hagan por fuera, si no son limpios en el interior no podrán ver a Dios. Ahora, todos hemos violado el estándar de rectitud y justicia de Dios. Un pecador en su condición natural es totalmente inaceptable para Dios no importa cuán “bueno” sea (1 Pedro 1:16-18-22). Jesús desmantela todo esfuerzo externo y pone el énfasis en lo interno, en el corazón (1 Samuel 16:7) “He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo” (Salmo 51:6). En la escritura el corazón es la parte de nosotros desde donde emergen todos los aspectos de la vida (Proverbios 4:23). Tiene una implicancia triple: por un lado es donde se asientan nuestros afectos y emociones: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37). También es donde se asienta nuestra comprensión, y...

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