“El fin de todas las cosas se acerca” 1 Pedro 4:7

¿Dónde estará el lector cuando venga el Señor?, ¿Estará en la presencia del Señor, o se perderá irremisiblemente? Dijo Jesús: “sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:3). Ayer comentamos que cuando el mundo antiguo alcanzó un grado de depravación tal, Dios obró en justicia y poder haciéndole perecer anegado en agua, no sin antes haberle anunciado salvación y justificación por voz de Noé. De la misma manera juzgó a Sodoma y Gomorra. En las palabras de Jesús: “casándose y dando en casamiento” (Mateo 24:38) está implícito que habían degradado el  matrimonio, que la santidad de este compromiso se había degenerado.

Como el mundo actual ya se asemeja a estos pueblos antiguos en todo orden, una vez más constatamos dos cosas: en primer lugar, que el ser humano está interiormente degradado, y que sin haber sido regenerado repite los mismos patrones de decadencia progresiva y persistente; Es el pecado que se expresa en la conducta, la vida y la forma de ser. No importa la cultura, el crecimiento intelectual la ciencia o el desarrollo social, el mal está en el corazón del hombre y este no puede sino obrar pecado y rechazar el bien porque “sus obras eran malas” (Juan 3:19). En toda edad humana esto ha sido patente y trágico y en pleno siglo 21 lo verificamos una vez más. En segundo lugar, el juicio de Dios es inescapable, y esta vez será a través del fuego (2 Pedro 3:7). Mire este pretérito profético, declaración hecha en tiempo pasado pues su cumplimiento es seguro: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos… Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:12, 15). La única posibilidad de salvación para el pecador es creer en Jesucristo, recibiéndole como su salvador, como aquel que llevó sus pecados en la cruz (Juan 1:12).

Amigo, el mundo no tiene remedio, el fin de esta edad se acerca, más que de esta edad, de todas las cosas (1 Pedro 4:7). Pero esta vez no será como lo fue en la antigüedad, cuando Dios permitió un nuevo comienzo a la raza humana. Dios, al dar al hombre la oportunidad de probar si podía desarrollar un mundo de paz y prosperidad, le demostraba que no podía hacerlo alejado de Él, y el hombre fracasó. Ahora todo acabará y el Dios eterno creará un nuevo orden. Mire lo que dice la Palabra de Dios, de tres formas. Tenemos la promesa de Dios, la esperanza de los santos y la realización de este anhelo:

“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isaías 65:17).

“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (Pedro 3:13).

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1)

¡Celos nuevos y tierra nueva!, ya todo completado, ya la justicia de Dios expresada en plenitud, ya el pecado no existe y la muerte ha sido destruida. ¿Estarás ahí? rc

Lectura Diaria:
Deuteronomio 31:14-32:14[leer]
/Oseas 1 [leer]
/Lucas 17:1-19 [leer]