ESTAR AGRADECIDO
Se ha contado la historia de un niño de África de poca edad quien no tenía a nadie para cuidarle. Su situación afectó a un matrimonio de misioneros. Ellos decidieron llevarle a su casa para protegerle hasta que alguien de su tribu pudiera hacerse cargo de él. La historia trata de lo que pasó cuando fue llevado por primera vez a sentarse en la mesa para comer. “Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.” Salmo 103:2. Millones de personas reconocen que cada vez que se sientan a la mesa para comer, previo a tomar el primer bocado, es su deber agradecer a Dios. Los misioneros que recibieron al niño africano también practicaban lo mismo. El caballero explicó al niño que siempre daban gracias a Dios por los alimentos. No entendió nada de eso y cuando el misionero comenzó a dirigirse a Dios, el niño miraba por todos lados para ver a quien hablaba. Pronto recibió una “explicación” cuando escuchó al varón decir algo acerca de Dios quien estaba en el cielo. Por lo menos el niño quedó con la impresión acerca de la persona a quien el caballero se dirigía, era digno de recibir las gracias. David el salmista es el autor de las palabras, “Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía,...
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