Caminar con Dios (II)
“Y ahora, hijitos, permaneced en él” (1 Juan 2:28) Continuamos considerando características distintivas de lo que es caminar con Dios. Tenemos que: El hombre está en condiciones de caminar con Dios cuando cree el evangelio. En ese momento logra –no por mérito propio– la paz con Dios. Hay un acuerdo por primera vez y el hombre coincide con Dios en sus intereses, de acuerdo a las demandas de ese Dios santo. “Nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3). La comunión es establecida con el Dios eterno sobre la base de la muerte y resurrección de Jesucristo. No es posible tener comunión con Dios sin haberse convertido. Hay algunos que pretenden agradar a Dios y no tienen en su vida la experiencia de la conversión. Esa es una falacia, la comunión se inicia con la conversión. Caminar con Dios implica una comunión asentada y continua con Dios. Todos los ejemplos de los hombres de Dios del antiguo testamento que caminaron con Dios nos muestran que ellos mantuvieron una comunión con Dios que iba más allá de circunstancias puntuales. No era un evento esporádico en sus vidas ni uno de fin de semana, sino que era un continuo en sus vidas espirituales. De la misma manera, el creyente requiere de un vínculo permanente con Dios, y eso lo provee el Santo Espíritu. Dice...
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