Mes: Agosto 2013

De en medio del fuego (IV)

“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí” Jeremías 15:16 Si Dios ha hablado, entonces el cristiano debe hablar en nombre de Dios también. El verdadero creyente ahora conoce a Dios y lo que el ha hablado. Tiene, por lo tanto, la autoridad para hablar, conversar, predicar y enseñar según las Escrituras pues son las mismas palabras de Dios, que una vez oyó y obedeció. Debe hacerlo con fidelidad. Este mandamiento es constante en la Biblia partiendo por enseñar las palabras de Dios en la familia a los hijos y en la sociedad (Deuteronomio 4:10). ¿Hemos hablado sus palabras a nuestros semejantes? ¿Se oye su palabra en nuestros hogares, en nuestra mesa, en nuestra conversación? Dios ha hablado, y su revelación es tan exclusiva y excluyente que él advierte contra añadirle o quitarle (Deuteronomio 4:2). Lo que Dios habla es para nuestro bien. Nos quiere enseñar su voluntad, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). Sus advertencias y ordenanzas son todas para que seamos felices y nos vaya bien, y no suframos las inevitables consecuencias de la desobediencia (Deuteronomio 5:29). Dios ha hablado también para nuestra redención. Cuando pensamos en redención, nos es fácil y directo pensar en la cruz y la muerte de Jesús por nuestros pecados, pero esto es la consumación del plan de Dios y de su revelación en cuanto a la redención. A lo largo de...

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De en medio del fuego (III)

“A fin de conocerle” Filipenses 3:10 Cuando miramos a la cruz vemos la misericordia de Dios, pero en el monte Horeb también hubo misericordia. El hecho que Dios haya hablado es también una manifestación de su misericordia. Dios nos permite oír su voz. El mundo funciona como si Dios no hubiese hablado pero esa habría sido una catástrofe. Si Dios no hubiese hablado ningún ser humano jamás estaría en lo correcto y ninguno equivocado. Mas si Dios si ha hablado entonces todo cambia y la más alta aspiración humana debiera ser escuchar lo que el creador ha dicho. El punto es que Dios muestra su misericordia no solamente en la cruz sino también en su revelación, en el hecho de que nos ha revelado sus pensamientos y manifestado su voluntad. En este hecho hay gran condescendencia para con el hombre. Son las palabras de Dios dadas a nosotros para que podamos encontrarnos con él. Esto tiene varias implicancias para nosotros, seres humanos finitos y falibles. Si Dios ha hablado, entonces podemos acceder al más alto y más grande conocimiento que cualquier oído humano pueda oír, y no podemos quedar como si no lo hubiésemos oído, no podemos quedar como si no lo supiésemos. Somos responsables de lo que hemos oído. Si Dios ha hablado, lo sabemos sólo por su misericordia. No hay orgullo en nuestro saber porque todo lo...

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De en medio del fuego (II)

“Oíd palabra de Jehová, vosotros los que tembláis a su palabra” Isaías 66:5 Con la entrega de la ley, que en sí es una revelación directa de parte de Dios, a Israel se le recuerda no sólo lo que ella contiene, los preceptos y mandamientos de Dios, sino el contexto en el cual esta ley fue entregada. Es un contexto dramático, un  escenario sobrecogedor: “Y os acercasteis y os pusisteis al pie del monte; y el monte ardía en fuego hasta en medio de los cielos con tinieblas, nube y oscuridad;  y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.  Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; los diez mandamientos, y los escribió en dos tablas de piedra” – Deuteronomio 4:11-13 Este es un Dios que se ve sino uno que es oído. El contraste con los ídolos es brutal. Los ídolos son vistos pero no se escuchan, no hablan. El único Dios verdadero habla y es escuchado, desde el fuego, pero no se ve. Oír la voz de Dios no es algo que Israel mereciera, ni tampoco nosotros. Es una manifestación de misericordia y condescendencia. Moisés les está intentando mostrar que lo que ellos han presenciado y lo que han oído es algo que no...

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De en medio del fuego

“De en medio del fuego, de la nube y de la oscuridad, a gran voz” Deuteronomio 5:22-24   Dios ha hablado, y lo ha hecho de una manera clara y directa. Entregó la ley a Israel en lo que fue un gran despliegue de poder, fuego y sonido atronador. Tal  presentación se entiende por la grandeza del evento, que es sobrecogedor y tremendo. Lo que ocurre es que Jehová mismo descendió al monte para entregar su ley, y el pueblo fue a su encuentro: “Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego” (Exodo 19:17-18). Tal vez no podemos dimensionar lo que esto significa. Fue un encuentro con el Dios vivo y verdadero, todopoderoso y temible. Dice el pasaje: “Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte” (Exodo 19:20). El pueblo temió, y reconoció que no estaban en condiciones de estar delante de este Dios tan alto, tan santo, tan puro y tan poderoso. Moisés les recuerda más adelante: “¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer?” (Deuteronomio 4:33). Ellos lo reconocieron también: “Hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre,...

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La vida eterna (II)

“Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna” 1 Juan 2:25 La vida eterna se obtiene por recibir al Señor Jesucristo como el salvador personal (Juan 3:16). Como hemos visto, Dios ha enmendado lo que estaba estropeado proveyendo una forma –perfecta– de restituir la plenitud de esa existencia. Esta comunión con Dios es eterna, y no puede ser terminada. ¡Ah…! ¿pero y qué de los fallecidos? Los fallecidos creyentes no están muertos sino que duermen. Los cristianos no pueden morir porque tienen la vida eterna. Han pasado a la presencia del Señor. Creyeron en Cristo y se hizo realidad lo que él dijo: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Esa comunión vital ya no termina más. ¿Cómo podría acabarse? ¿Cómo podría perderse la salvación? ¿Cómo podrían morir los creyentes? En la historia de la resurrección de Lázaro, Jesús nos da un anticipo de la primera resurrección: “Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle” (Juan 11:11) ¡Qué emocionante pensar si así dijera el Señor de cada uno de nosotros los creyentes!, aunque para eso debiéramos haber partido de este mundo. En la hora que sólo el Padre sabe, el Hijo de Dios dirá “nuestro amigo David Jones duerme, mas voy para despertarle”. Él llamará de la tumba...

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