Buscando a los perdidos (VI)

“Yo soy el que borro tus rebeliones” Isaías 43:25 La primera parte de la parábola del hijo perdido se completa como las dos anteriores con una fiesta, con el gozo en la familia celestial por la salvación del hijo perdido. La misericordia del padre triunfa por sobre las circunstancias y los años perdidos. El padre no castiga al hijo que vuelve, no le desprecia. No le humilla delante de los demás, no le recrimina, no le encarcela ni le destruye. Así es el  Padre celestial con sus hijos. En este padre tenemos una figura muy hermosa pues es la única vez que vemos en la Biblia una idea que Dios corre. El mensaje es que Dios se apresura a acoger y a perdonar al que viene necesitado y pobre. El hijo parte la historia diciendo “dame” (v. 12) y vuelve diciendo “hazme” (v. 19). El cambio en su interior es radical y da cuenta de la actitud de siervo que cada pecador perdido debe tomar delante de Dios cuando busca misericordia y perdón. La restauración es completa. El padre viste al hijo, le dignifica, le bendice y provee. En cierta manera, le re-equipa otra vez para vivir y ser productivo. Ahora puede participar de las bendiciones de la familia no en una posición disminuida sino en una rehabilitada. No se avergüenza de llamarlo hijo. Un detalle importante, que es...

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