Mes: Agosto 2013

Buscando a los perdidos (I)

“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle” Lucas 15:1 En Lucas 15 Jesús nos enseña el mismo mensaje tres veces. Nos habla de la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido. Podríamos llamarlo el capítulo de las cosas perdidas, aunque el mensaje de fondo va aun más allá. Nos muestra la posibilidad de entrada al reino de Dios para los despreciados, rechazados e indignos, y la exclusión de este de la élite religiosa. Ahora bien este no es un mensaje político. Fijémonos bien que se acercan Jesús “todos los publicanos y pecadores para oírle” (v. 1). Los publicanos y pecadores eran los que no podían acercarse al templo, no serían bienvenidos en una sinagoga, ni serían recibidos por los religiosos que se creían tan suficientes, santos y calificados para entrar en el reino de Dios. De hecho, esa es la “acusación” recurrente que los fariseos y escribas tienen contra el Hijo de Dios a lo largo del evangelio de Lucas (Lucas 7:39, 19:7). Es que según los religiosos un pecador no era digno de acercárseles. No ocurre así con Jesús. Aquel que dijo “no he venido a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento” (Lucas 5:32) tiene que juntarse con los pecadores para alcanzarles, tiene que efectivamente recibirles y cenar con ellos y no puede ser de otra manera (v. 2). En...

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Decisiones (VII)

“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará” Salmo 37:5 Todo toma su lugar en el último capítulo de Rut. Las cosas se han ido dando de una manera tal que Dios ha ejercido su soberanía y ejecutado su plan a favor de los que son suyos, sin imponerse a la voluntad individual de cada uno de ellos. Llamamos providencia a este designio infinitamente sabio y benefactor de Dios que ordena todas las cosas para el bien de los suyos. Hemos aprendido que los errores se pagan y muchas veces se pagan caro. Noemí y Elimelec abandonaron al pueblo de Dios y al testimonio de su presencia por la expectativa de cosas materiales. Al hacerlo comprometieron la vida espiritual de ellos y de sus hijos. Toda la familia fue afectada por esta decisión. Sin embargo Dios es también, en su providencia, el Dios de la segunda oportunidad. El testimonio de Noemí a sus nueras redunda en la salvación de una de ellas, en Rut. Noemí decide volver a su pueblo y a Dios, y Rut decide dejar su pueblo y sus dioses por acompañarle. Mujer de gran nobleza y virtud, Rut se esfuerza y Dios le bendice desde el primer momento. Es guiada al campo apropiado y guardada allí. Booz, el dueño de aquel campo, hombre tal vez aun joven pero significativamente mayor que Rut...

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