Las palabras de Jesús no dejaron indiferente a nadie. El poder de Dios se manifestaba en esas palabras de verdad y muchos le siguieron al oírlo. ¿A quién iremos? Preguntó Simón pedro, no podemos ir ningún otro…
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” Juan 6:68
Jesús afirmó: “Ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre” (Juan 6:65). Esto disgustó a muchos que “desde entonces volvieron atrás, y ya no andaban con él”. No eran discípulos verdaderos, sino solamente le seguían para verle actuar y quizás escucharle y creían que Jesús les reconocería algo de su esfuerzo. ¿Será esta la razón porque hay personas hoy día que no son salvas de verdad? ¿Será porque no les gusta cuando se predica la Palabra y no desean responder a ella como pecadores necesitados del todo? Está bien que Jesús hable del amor al prójimo y de perdonar a los ofensores, pero cuando habla del infierno tal vez no es tan atractivo. En realidad, al hombre le gustan algunas palabras de Jesús, pero no las que les incomodan y muestran su condición perdida frente a un Dios Santo.
Al ver Jesús que varios le estaban ‘abandonando’ por su clara explicación de la verdad y los términos exigentes del discipulado, se dirigió “a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?” (Juan 6:68). Después de recibir tanta enseñanza del Señor, y después de haber visto su poder en múltiples milagros y señales, y habiendo conocido su sabiduría y conocimiento sobrehumano, ¿es posible que alguien le dejara? Pedro dio la respuesta correcta, “Señor, ¿a quién iremos? tú tienes palabras de vida eterna”. Pedro reconoció que en la persona de Cristo tuvieron todo lo que necesitaban para esta vida y para la por venir. Pablo lo sintetizó cuando escribió a los colosenses, “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 1:9-10).
A lo que es completo, no se le puede agregar nada. El creyente es abundantemente bendecido en Cristo. El creyente verdadero no tiene nadie más a quien puede ir. ¿A quién irá usted? Haga suya esta declaración de vida: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.” –daj/rc
Lectura Diaria: | ||
2 Reyes 9 [leer]
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/Jeremias 44 [leer]
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/Hebreos 11:17-40 [leer]
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