Melquisedec, sin principio de días ni fin de vida
¡Ah!, la eternidad del Hijo de Dios. Melquisedec se nos presenta de ésa manera, sin un antes ni un después, sin registro en la genealogía, sin inicio o término de su oficio de rey-sacerdote, para representarnos la eternidad del Hijo. “Con él estaba yo ordenándolo todo” Proverbios 8:30 El sacerdocio según el orden de Melquisedec se parece al sacerdocio levítico en algunos puntos y en otros difiere claramente. El sacerdocio del Hijo, sin registro familiar previo, queda expresamente manifestado como vimos ayer, y no es hereditario. También es distintiva la diferencia en el aspecto temporal pues Melquisedec se presenta repentinamente en escena. En esto es una figura pálida de la eternidad del Mesías, tal como Melquisedec que aparece sin tener un punto de origen humano trazable (indudablemente lo tuvo), este no se nos menciona para destacar precisamente su aparición de la nada: “sin principio de días… ” (Hebreos 7:3), tal como el Hijo no tiene punto de origen en el tiempo. Esta condición nos hace alusión al nombre propio del Dios de Israel –Jehová– el Dios que ‘es y que causa todas las cosas’ [יהוה Yehovah o Yahveh) y también nos hace referencia otro de sus nombres, que da cuenta de su eternidad –El Olam– [אֵל el עוֹלָם olam]. Abraham adora más adelante a Jehová-El-Olam en un versículo que refleja toda la eternidad del Dios del creyente: “E invocó...
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