La contemplación de Cristo (2)
En la meditación de ayer, y con respecto de la persona del Señor Jesucristo, considerábamos la pregunta: ¿a quién contemplamos? Vimos que la observación superficial de un ser humano que sufre no es una contemplación acabada, y más aún es insuficiente para la salvación. El es mucho más. “Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He aquí el hombre!” Juan 19:5 El apego, la simpatía y la solidaridad por sus sufrimientos no constituyen una respuesta adecuada y no es lo que Dios pretende de nosotros. Del estudio de las bienaventuranzas (Mateo 5) hemos comprendido que el Hijo de Dios no vino a sostener las demandas sociales ni culturales del ser humano, sino que a tratar con su condición y pecado, con el pecado del mundo (Juan 1:29). Entonces, ¿qué contemplamos en él? La mirada de fe ve mucho más de lo que los ojos de Pilato y los judíos vieron y entendieron: Su perfección y santidad. Contemplamos al hombre perfecto, sin pecado. De todos los hombres que han vivido Jesús es el único de quien nadie pudo decir que le fue encontrado algún pecado o falta (juan 8:46). En su carácter y obra él cumplió la ley de la santidad (Hebreos 4:15) Su compasión e intercesión. Vemos al hombre que se compadece de nuestras debilidades, que es paciente y...
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