A la mentira satánica sigue una promesa, que es la siguiente: El hacer lo que Dios ha prohibido, o no hacer lo que él ha ordenado, tendrá como consecuencia algo muy beneficioso y bueno para el hombre:

“Seréis como Dios”  Génesis 3:5

La serpiente ofrece a Eva lo que ni ella misma había pensado aún. Le promete conocimiento total, sus ojos serían abiertos de verdad. No un conocimiento parcial y truncado como el que Dios en su egoísmo le ha permitido tener, sino un conocimiento que excede a lo que ella misma pudiera comprender y, al obtenerlo, tendrá lo que Dios tiene, y será como él. Este era un antiguo y declarado anhelo del diablo, registrado en la profecía de Isaías: “Seré semejante al Altísimo” (Isaías 14:14). Mal le fue al diablo en su intento de usurpar la gloria y la posición de Dios: “Tú derribado eres hasta el Seol” (Isaías 14:15) y Jesús mismo nos menciona el momento cuando Satanás “cayó del cielo” (Lucas 10:18).

Desde entonces, Satanás ha explotado y distorsionado el legítimo anhelo del ser humano de trascender, de superarse, de ser más y de ser mejor. Antes de la caída, Satanás está hablando con Eva y le “invita” a ser más y mejor aparte de Dios, contra Dios y contra su voluntad. Es una insurrección encubierta. Si Dios mismo se los había dicho: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Génesis 1:28). Dios invitó al hombre y a la mujer a crecer y a dominar por sobre la creación. Lo que ocurre es que el giro pecaminoso en el afán de superación es pretender lograrlo lejos y aparte de Él y eso es lo que ocurre con el hombre actual. Eso es lo que el diablo hace con Eva, planteándole los beneficios de lograr tan notables habilidades. A lo largo de la historia el diablo disfraza esta rebelión encubierta como civilización, evolución, desarrollo y superación. Estas cosas, buscadas dejando de lado a Dios son nada más que otro ademán aspiracional insensato, y condenado al fracaso.

Una vez que Eva escucha los argumentos y la propuesta engañosa del diablo, saca sus conclusiones y le parece que es una buena decisión. No toma en cuenta el mandamiento de Dios y toma del fruto prohibido. Notemos la secuencia: había una necesidad física (“bueno para comer”), había un aspecto atractivo pues fruto no era feo sino todo lo contrario (“agradable a los ojos”), había un atractivo intelectual (“deseable para alcanzar sabiduría”). Brevemente el texto nos informa lo que ocurrió: “y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Génesis 3:6). Dado que esto iba en abierta oposición a lo que Dios había ordenado se constituye en pecado, no porque la necesidad física, lo estéticamente hermoso y lo atractivo intelectualmente sea malo en sí mismo.  El hecho ha sido consumado, el primer pecado del hombre sobre la tierra ha sido cometido, el hombre ha muerto.

La catástrofe que sigue la veremos más adelante, pero ya es posible identificar los elementos generales de la ruina del hombre. De ahí en adelante todo será inevitablemente más de lo mismo. Las mismas mentiras satánicas, las mismas respuestas del hombre. Será necesario un nuevo comienzo y las palabras de Jesús nos lo confirmarán miles de años después: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3) –rc

(Continúa)

Lectura Diaria:
Génesis 46:1-47:27 [leer]
/Sálmos 25:1-22 [leer]
/Mateo 26:31-56 [leer]