Imagínese de un hombre que vivía una vida desastrosa de tal manera que los esfuerzos de sus seres queridos resultaron inútiles para cambiarle. Y luego ¡un milagro! Jesús intervino en su vida y los cambios eran notables. Lea de ellos.
“Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.” Marcos 5:19.
En los días del Señor Jesús, no había hospitales especiales para personas con trastornos mentales. Jesús se encontró con un hombre cuya deplorable condición le llevó a vivir entre las tumbas. La Biblia dice que “tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas” (Marcos 5:3). El hombre estaba dominado por los demonios. En varias oportunidades le habían atado “con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar” (v.4). Sus gritos día y noche amedrentaban a la población. Su cuerpo llevaba las heridas auto infligidas con piedras. El gadareno endemoniado representaba un caso para el cual no había solución humana. Afortunadamente Jesús llegó y el endemoniado le vio de lejos. En vez de huir de Él, “corrió, y se arrodilló ante él” (v.6).
La historia nos descubre varias verdades acerca de Jesús y su poder que usa para poner en libertad al ser humano dominado por Satanás. Jesús llegó a donde estaba el hombre. Si hubiera esperado que el hombre fuera a buscarle a Él, jamás habría ido. Pero Jesucristo quiso librar al hombre de su vida desastrosa. Cuando alguien vive bajo el control de Satanás se destruye a sí mismo. No solamente se ve afectado el individuo sino también su comportamiento deja afectados a sus familiares y a sus amigos. A diario se cuentan historias acerca de personas atrapadas en el vicio. Para los tales el evangelio les ofrece una nueva vida a través del Señor Jesucristo, ya resucitado y vivo para siempre. El Señor cambió la vida del gadareno. El hombre no era capaz de librarse a sí mismo. Lo mismo ocurre con el pecador que desea una nueva vida. No puede librarse de su condición de rebeldía hacia Dios. Solamente Jesucristo el Salvador puede hacer posible este cambio.
Cuando el ser humano confía en Cristo como su Salvador, todo cambia. Llega a tener un nuevo rumbo para su vida, nuevos deseos, nuevos amigos (hermanos en la fe), y una nueva esperanza, más otras bendiciones. “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). En el caso del gadareno, de allí en adelante era un ejemplo maravilloso de los cambios que Dios puede efectuar en la vida de una persona. Lo maravilloso fue cuando los ciudadanos llegaron, vieron “al que había sido atormentado del demonio,… sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo” (v.15). Me habría gustado escuchar la conversación de los dos. El hombre quiso acompañar a Jesús en su gira evangelística, “Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti” (Marcos 5:19). –daj
Lectura Diaria: | ||
Génesis 47:28-48:22 [leer]
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/Salmos 26:1-27:14 [leer]
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/Mateo 26:57-75 [leer]
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