Lo que Jesús hizo con la mujer culpada de adulterio es muy interesante y deja una lección doble: lo que ella recibió referente a su pasado y la expectativa del Señor referente a su futuro. Lea de aquello.
“Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo… E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra” Juan 8:6, 8

Después de una noche orando en el monte de los Olivos, Jesús retornó a la ciudad de Jerusalén. Se sentó en uno de los espacios del templo para enseñar. Los escribas y los fariseos interrumpieron la clase para colocar ante el Señor una mujer. Su pecado de adulterio le hacía acreedora de ser apedreada hasta morir. Invocando la ley de Moisés, los acusadores desafiaron a Jesús diciendo: “Tú, pues, ¿qué dices?” Jesús no respondió ni una sola palabra sino “inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo”. No existe libro ni documento escritos por Jesús, pero supo escribir. Jesús supo que el requerimiento hecho por estos hombres no era para validar la ley de Moisés, sino para atraparle y ver si diría algo que fuera reñido con la ley. ¿Habrán leído lo que Jesús escribía? Parece que no pues insistían en su acusación. Enderezándose, Jesús les dijo que el que entre ellos estuviera sin pecado fuera “el primero en arrojar la piedra contra ella” (v.7). Inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en tierra.

Cuando Jesús se enderezó, ningún acusador quedaba. Jesús perdonó a la mujer y le dijo “vete y no peques más” (v.11). Es posible que su escrito fuera el testimonio de la ley de Moisés o algo alusivo a ella, pero no se sabe. Lo que sí sabemos es que Moisés en su día recibió de parte de Jehová “dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con EL DEDO DE DIOS” (Éxodo 31:18; Deuteronomio 9:10).

La expresión “dedo de Dios” revela el uso de la mano de Dios para dejar establecida su voluntad escrita en la ley y para mostrar su poder. Los hechiceros en la corte de Faraón que no pudieron replicar los milagros que Dios hacía a través de Moisés y dijeron a Faraón “Dedo de Dios es éste” (Éxodo 8:19) y a pesar de esto Faraón endureció su corazón. La última mención del dedo de Dios fue hecha por el Señor Jesús cuando los fariseos dijeron que usaba el poder del diablo para hacer sus milagros. Jesús dijo: “si por EL DEDO DE DIOS echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” (Lucas 11:20). Comparado con los músculos que están en el cuerpo, el dedo parece un miembro pequeño y débil. Destaca el gran poder que Dios tiene y que utiliza para bendecir al ser humano. El poder de Dios hace posible la salvación del pecador. Como dijera Pablo, “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). –daj

Lectura Diaria:
Éxodo 15:1-27 [leer]
/Salmos 51:1-19 [leer]
/Hechos 8:5-40 [leer]