Un joven consultó a un hermano qué debía hacer pues no recibía enseñanza clara en la iglesia donde asistía. Alguien le condujo a considerar un hecho histórico en la vida de Nehemías y Esdras. Lea de aquello.
“Leían en el libro de la ley de claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura” Nehemías Dios 8:8
Un joven cristiano fue a visitar a un hermano mayor en la fe. Estaba desilusionado aunque tenía un sincero afán por conocer la voluntad de Dios para practicarla. Hubo ciertas cosas en la iglesia donde asistía y por eso había consultado al hermano mayor para saber qué hacer. Dijo: “en la iglesia donde asisto, el que toma la palabra lee la Biblia y hace un par de comentarios sobre el pasaje que dura cinco minutos y luego cuenta historias personales durante el resto del tiempo. No enseña la Biblia, ¿qué puedo hacer?” Se le sugirió al joven algunas opciones para obtener una dieta más nutrida a fin de crecer en la gracia y el conocimiento del Señor Jesús. Quizás el problema del joven sea compartido por otros, es decir, no hay alimento sólido donde asisten a las reuniones de la iglesia. El hombre mayor le invitó a pensar en Nehemías.
En los días cuando Nehemías lideraba los trabajos de reparación de los muros de Jerusalén se convocó una reunión para todos en la plaza delante de la puerta de las Aguas. Fue grande la concurrencia y “dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel” (Nehemías 8:1). ¡Qué lindo pedido! Traer la palabra de Dios para ser leída. Tal petición alegraría el corazón de todo enseñador. Esdras se paró en un púlpito y estaba a la vista de “la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender” (v.2). La palabra de Dios es para todos, adultos y niños también. “Y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley” (v.3). ¿Hay algo que debemos aprender de la actitud del pueblo? ¡Por cierto! Mientras era leída la ley, todos estaban atentos. ¿Pone Ud. atención reverente cuando la Palabra de Dios es leída?
El que lee tiene una responsabilidad también. Debe leer claramente para que el auditorio entienda. Luego vendrá la oportunidad de explicar el pasaje e indicar cómo se aplica a la vida. Parado en el púlpito, Esdras leyó “a ojos de todo el pueblo” (v.5). Todo el mundo sabía que el Autor de la ley era Dios y ante Él eran responsables. Finalizando la lectura, “bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra” (v.6). Esdras oró y el pueblo prestó atención a sus palabras. Luego dijeron: “¡AMÉN! ¡AMÉN!” que era más que un punto final al concluir una oración. Eran palabras de compromiso con lo dicho por Dios y luego la respuesta de Esdras que incluía al pueblo. Amén significa “verdad, así sea”, o “así se cumpla”. Decir amén compromete al que lo dice para obedecer a Dios y poner por obra su voluntad. Si uno no pone atención, ¿puede decir amén a lo escuchado? Como dijera Pablo a Timoteo “ocúpate en la lectura (pública), la exhortación y la enseñanza” (1 Timoteo 4:13). En vista de la deficiencia de enseñanza que sufría el joven, debería leer y estudiar por sí mismo, y quizás indicar a los ancianos que es lo que hizo Esdras cuando el pueblo de Dios se había reunido. –daj
Lectura Diaria: | ||
Éxodo 33:1-34:3 [leer]
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/Salmos 83:1-84:12 [leer]
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/Hechos 20:1-16 [leer]
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