Mes: Abril 2014

La gloria de Dios, las cosas como deben ser

Hemos visto que cuando la Biblia habla de gloria, se refiere al esplendor o magnificencia propia y singular de Dios como atributo. También se refiere en ocasiones a la misma presencia divina visible al hombre y expresada en el Hijo de Dios. Veamos una tercera perspectiva bíblica acerca de qué quiere decir cuando se menciona la palabra gloria. “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese” Juan 17:4 En la Biblia la gloria de Dios se refiere también al reconocimiento de sus criaturas cuando éstas obran de acuerdo con Su persona: cuando “las cosas son como deben ser, de acuerdo con el estándar de Dios”. En este sentido, es posible dar gloria a Dios al hacer algo o decir algo que va directamente en dirección a restaurar y expresar la completa y perfecta  satisfacción de Dios, porque las cosas, pensamientos y eventos han respondido a Su naturaleza y a Su propósito. Cuando  Él  se  deleita,  cuando  Él  está contento, cuando está satisfecho, él es glorificado. Recordemos, las cosas son como deben ser y están de acuerdo con lo que Él es (Génesis 1:31). En nuestra vida, cuando somos salvados y avanzamos en el terreno de la nueva creación en Cristo, donde todo responde al beneplácito de Dios, le glorificamos. Así, cuando Él está satisfecho nos comparte de esa satisfacción por su...

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La gloria de Dios, nuevamente presente en Cristo

Después que Israel se aleja del Dios vivo y verdadero, la Shekiná nunca retornó. Tampoco retornó al segundo templo, el de Herodes, al menos no en la manera en que había habitado antaño. ¿Hasta cuándo la gloria –la presencia misma de Dios– se mantuvo ausente del templo? La respuesta la tenemos en el evangelio de Lucas, cuando un hombre anciano, por revelación va al templo, al segundo templo. Simeón reconoce en el pequeño bebé al Dios omnipotente, a El-Shaddai, a la Shekiná: “Han visto mis ojos tu salvación, La cual preparaste en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación de los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:30–32). Ahí está, la gloria otra vez en el templo, pero es desconocido para el mundo. Juan nos confirma el hecho de que la gloria habita nuevamente entre el pueblo de Israel cuando nos escribe que “Aquel verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros. Y vimos su gloria” (Juan 1:14). Pero también nos muestra en qué condiciones viene, casi en anonimato: “Y yo no le conocía” (Juan 1:31). Ya en el Antiguo Testamento Isaías había visto anticipadamente a aquel Mesías: “Aquel día el Renuevo de Jehová será espléndido y glorioso” (Isaías 4:2-6). Juan el Bautista se hace eco del mensaje del profeta cuando viene predicando y llamando a preparar el camino para la venida de la gloria del...

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La gloria de Dios, su presencia misma

En la Biblia, además de expresar el esplendor propio de Dios, la palabra gloria se refiere muchas veces a la manifestación de su presencia particular. Veamos algo acerca de esto. “Entonces una nube cubrió el tabernáculo de reunión, y la gloria de Jehová llenó el tabernáculo. Porque la nube de Jehová estaba de día sobre el tabernáculo, y el fuego estaba de noche sobre él, a vista de toda la casa de Israel” (Éxodo 40:34) Estas manifestaciones se suelen asociar con imágenes de luz y fuego, y se hallan en distintos pasajes en el Antiguo Testamento. La palabra que describe esto es Shekiná o “gloria que habita” (Éxodo 3:2). Los israelitas en el desierto tuvieron el privilegio único de observar con sus ojos la presencia misma de Dios como pilar de nube y fuego que les guiaba a través del mar y el desierto (Éxodo 13:21, 19:9, 18). Dios estaba ahí, y las columnas de nube y fuego no eran sólo un testigo del cuidado de Dios. Más bien eran precisamente la presencia misma de Dios, la Shekiná, la gloria. ¡Qué gran privilegio! Este cuadro de Israel acampando alrededor de la gloria en Sinaí, que en realidad es Dios mismo, y rodeando el tabernáculo, ilustra el concepto de Emanuel –Dios con nosotros– el Dios en medio de su pueblo (Éxodo 40:34-38). Esta figura anticipa la presencia de Jesucristo en la congregación de los...

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La gloria de Dios, su esplendor singular

La gloria de Dios se puede considerar desde distintas perspectivas. Veamos la primera de ellas. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3.23   Como atributo, la gloria de Dios expresa en primer lugar el esplendor singular de Dios. Se refiere a su belleza y grandeza majestuosa.  Se refiere a lo sumo de sus perfecciones. Esto es un concepto integral y exhaustivo, que dice relación con todo lo que es Él. Es mucho más de lo que pudiera ser observable con los ojos, y todos recordaremos el despliegue radiante y anonadante que describe Isaías cuando tiene una visión del Señor “sentado sobre un trono alto y sublime” (Isaías 6.1). Incluye también su esplendor moral, su perfección en cuanto a sus designios siempre puros, santos y perfectos, y sus acciones que son de la misma condición. A esto se refiere el apóstol Pablo cuando escribe que los hombres todos hemos pecado y estamos muy por detrás (hystereō) de la gloria de Dios. El concepto implica el haber quedado corto en cuanto a todas las dimensiones de las cualidades morales divinas. El pecado ha hecho que no estemos en condiciones de aproximarnos a Dios. Este atributo multidimensional es exclusivo suyo y ningún otro puede tenerlo: “a otro no daré mi gloria” (Isaías 42:8). De una manera visible e indirecta, la creación proclama estas perfecciones como...

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La gloria de Dios, el objetivo primario

¿Qué entendemos por la gloria de Dios? Vamos a hacer algunas consideraciones y alcances con relación a esto, a la gloria de Dios. “Vimos su gloria” Juan 1.14 Todo cuanto existe fue creado para la gloria de Dios. El desarrollo de la historia humana es para la gloria de Dios. En el estudio de las dispensaciones vemos que el propósito último de Dios es mostrar o evidenciar su gran y magnífica gloria y la gran incompetencia y ruina del hombre caído. Nuestro Señor Jesús vivió su vida y su ministerio en dependencia del Padre y con el fin de honrarle. Esto es muy evidente en el evangelio de Juan donde las acciones trascendentes de Jesús son relatadas en la perspectiva de la gloria de Dios. Al final de su vida esto se hace explícitamente más evidente. Jesús reenfoca su prioridad determinando que todo debe estar enfocado sobre eso, la gloria de Dios, y que no debe haber ninguna desviación en ningún punto. A eso ha venido, y ese es su objetivo último: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios” Juan 11.4 “¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” Juan 11.40 El compromiso del Señor Jesús con la gloria de su Padre se manifiesta en su vida mayormente en hacer la voluntad de su Padre y no la suya. Esto...

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