Mes: Abril 2014

Los que le reciben, hijos de Dios

En los primeros versículos del  primer capítulo de Juan se nos muestra la preeminencia de Verbo encarnado, el Hijo de Dios, que ha venido a alumbrar y a bendecir a los hombres. Sin embargo, Dios nunca ha pasado por alto el pecado ni es indiferente al pecador. Sigamos viéndolo. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1:12 Dios revela el pecado y donde hay reconocimiento y arrepentimiento, de inmediato proporciona el remedio, y así se presentó a Israel en su tiempo. Ellos tuvieron que reconocer que “jamás hombre alguno ha hablado como este hombre” (Juan 7:46). Al ver sus milagros se pasmaban por su poder, amor y sabiduría “Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37). Por un lado él era tan sencillo, tan poderoso en sus dichos y con tanta su simpatía con los necesitados, pero por otro lado quienes le escuchaban se sentían incómodos con la luz que escudriñaba hasta lo más profundo. Así es como frente al verbo que enseñaba las verdades divinas y no los credos humanos, hastiados de él, lo llevaron a Poncio Pilato a quien exigieron que fuese crucificado. Dios nos cuenta la historia en breves palabras: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Frente...

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Los oyentes, no le conocen

¿Conoce el lector a Cristo? En el capítulo primero de Juan hemos examinado acerca de la deidad de Jesús. Sigamos considerando lo que este capítulo nos enseña. “En medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis” Juan 1:26 El Dios eterno toma forma humana, entra en el mundo y habita entre los hombres. El enviado para anunciarle, Juan, sabe perfectamente quién es él. No tiene, tampoco,  un concepto incorrecto ni sobredimensionado acerca de sí mismo. Él ha reconocido a Hijo de Dios como el eterno Dios y así lo ha presentado delante de los demás y ha reconocido su bajeza e indignidad delante de Dios. Juan  prosigue en su revelación, mostrándonos que aquel que viene después de él, en realidad es uno que es eterno. Cita el antiguo testamento donde hay un llamado a prepararse para la venida de Jehová: Voz que clama en el desierto: “Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isaías 40:3). En la profecía el que ha de venir es Jehová. Jehová es el nombre propio del Dios de Israel, aquel que es absoluto e inmutable, eterno, creador, que existe desde siempre, auto-consistente, auto-sustentado, que existe más allá del tiempo, in-creado, in-causado, in-explicable. No dice cómo, no dice cuándo, sólo dice que va a venir y no es cualquiera el que viene, viene el Señor. Entonces, la revelación...

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El precursor, un hombre sencillo

En la meditación de ayer veíamos algunas declaraciones importantes respecto del Señor Jesucristo, de su eterna existencia, y a la vez del hecho que él decidiera entrar en el tiempo viniendo a este mundo, al que trajo luz y vida eterna. Sigamos avanzando. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Éste es el testimonio de Juan” Juan 1:18-19 Avanzando en el capítulo 1 de Juan, nos encontramos rápidamente con Juan, llamado “el bautista”. Juan había sido enviado como el precursor para preparar al pueblo judío para la llegada de Jesús. Es interesante pues el mensaje de Juan concita la atención y curiosidad de los judíos quienes van a él con algunas preguntas. De sus respuestas podemos percibir claramente lo que Juan decía de Jesús y lo que él decía de sí mismo. Es que la felicidad o desdicha eternas del ser humano dependen de estas dos cosas. Tristemente, la mayoría de las personas tienen pensamientos muy vagos e incompletos respecto de Cristo y muy altos respecto de sí mismos. Por eso, “cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?” el respondió claramente, “Yo no soy el Cristo”, “Yo no soy Elías”, “Yo no soy el profeta” (v. 19-21). A continuación le preguntan: “¿Pues quién eres?…  ¿qué...

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El salvador, Dios eterno

El evangelio de Juan es un libro que nos muestra la esencia del evangelio, lo que Dios quiere que sepamos sin entrar en tanto detalle humano. Nos da una visión marcada permanentemente por la trascendencia del Hijo de Dios, a quien parte llamando el verbo (Juan 1:1). Veamos acerca de esto. “Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo” 1 Juan 5: 11 El primer versículo nos lleva a la eternidad pasada, al principio del principio. Ya en ese tiempo, si podemos ocupar la expresión, se nos dice “era el verbo”. Antes de toda la creación, era el verbo. Más allá de lo que podemos alcanzar o imaginar, era el verbo. Aquí no se insinúa que el verbo haya sido una influencia vaga o un atributo de la divinidad, sino que se circunscribe a que era una persona, y lo expresa claramente cuando dice “y el verbo era con Dios” y denota su divinidad cuando dice “y el verbo era Dios” (Juan 1:1). Este verbo es quien ejecuta los designios y las obras de Dios, es su agente en la creación y en la acción de Dios. El verbo es la expresión de Dios. Aquí está Dios revelándonos cosas que no tendríamos naturalmente cómo saber. Nos está revelando la preexistencia de Cristo, su verdadera naturaleza. El es Dios, el era Dios.  Muchos hablan bien de la...

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La roca más alta

Si hay un hombre que pasó por experiencias tristes y pruebas terribles, ése fue David. Leamos acerca de esto. “Desde el cabo de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmayare” (Salmo 61:2) David vagó mucho tiempo, diez años, por las cuevas y los desiertos huyendo de Saúl y sus enemigos antes de ser coronado rey. Había disfrutado por un breve tiempo de las dulzuras de la fama y el poder pero había caído en desgracia delante del Saúl, el rey, que alguna vez fue incluso su suegro. Sin embargo David siempre confió en Jehová, el Dios eterno. Ya coronado, tampoco estuvo exento de pruebas.   La palabra desmayar se refiere propiamente a sentirse sobrepasado por las circunstancias, cuando ya no se dispone de fuerzas, ni recursos, ni ideas, ni un plan alternativo, cuando en el corazón hay confusión. No importa la distancia geográfica en la cual se encuentre, David sabe que cuando esté en necesidad y a punto de desfallecer clamará a su Dios. Se encontraba realmente en el cabo de la tierra pues estaba en el exilio, errante y desplazado de su hogar, mas su resolución es clamar al Señor. David ha decidido confiar en Jehová. “Llévame a la roca que es más alta que yo” (Salmo 61:2) Él no puede subir a una roca más alta, pero el Señor sí le puede llevar a ese...

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