Mes: Abril 2014

Juan 21: La pesca infructuosa

¿Es malo ocuparse en una actividad recreativa? Realmente no, no hay nada malo. Sin embargo, es posible dejar de hacer algo más importante y ahí está el problema. Lea de un caso de los discípulos del Señor Jesús. “Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis” Juan 13:17 El Señor Jesucristo había resucitado y se mostró a sus discípulos por lo menos en diez oportunidades. En una de ellas se manifestó a sus discípulos junto al mar de Tiberias. Les había dicho que le esperaran en Galilea, donde se  juntaría con ellos (Mateo 28:10). No mencionó ningún día específico pero debían esperarle allí. Juan 21:2 nos da una lista del grupo, que era liderado por Simón Pedro. Estaban Tomás, Natanael, Juan y Jacobo y otros dos que no son nombrados. De repente Pedro anuncia: “voy a pescar”. Parece una buena idea, pero ¿no debían esperar que viniera Jesús? Dicen los compañeros: “vamos nosotros también contigo”. Aquí los discípulos nos ilustran cuán fácil es ser influenciado por otra persona, aun cuando las circunstancias indican que sería mejor no acoger la sugerencia. “Voy”, dice Pedro. “Vamos”, dijeron los demás. Por lo menos tres de los nombrados eran pescadores experimentados. Natanael era de Caná y seguramente sabría poco acerca de la pesca. Dice el pasaje: “Aquella noche no pescaron nada.” En verdad Pedro no había convidado a los otros. Sólo por...

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DIOS REVELA SUS SECRETOS A ABRAHAM

Recibir y entender una comunicación de parte de Dios es un privilegio. Abraham lo supo apreciar. Dios nos comunica sus verdades a través de su Palabra. ¿Ponemos atención a los que dice? “Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?” Génesis 18:17-18 En varios pasajes del Antiguo Testamento, se destaca que Dios bendijo a su pueblo. Lo hizo tanto en forma colectiva como en forma particular. Los fieles fueron bendecidos por el Dios de toda gracia. En Génesis 18, Jehová visitó a Abraham luego después que todos los varones habían sido circuncidados. (Génesis 17:27). Abraham lo hizo en obediencia a la voluntad de Dios y la circuncisión practicada en los varones les dejaba con una marca distintiva en su cuerpo. “Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él (Abraham) sentado a la puerta de su tienda en el calor del día” (Génesis 18:1). Sin que Abraham se diera cuenta en el momento, ese día debiera ser marcado en su calendario como un día especial. Jehová llegó para participar a su siervo los secretos relativos a su futuro. Iba a hablar de su familia y de su pariente Lot. Iba a mencionar la gran bendición de tener un hijo y la...

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La cruz de nuestro Señor Jesucristo (II): no hay sustituto para el sustituto

La obra de Cristo, sustitutoria, sacerdotal, separa al Cristianismo del Judaísmo y del Islam. No debe sorprendernos, pues, que la cruz ha venido a ser el símbolo de nuestra fe. “Y él, cargando su cruz, salió” Juan 19:17 La cruz es una obra y un concepto multidimensional. Vimos muy brevemente que debe ser considerada  en su origen y forma. También debe serlo en su consumación y consecuencias. ¿Cómo terminó todo, y qué resultados hubo? La muerte de Cristo no fue derrota, mas fue el deliberado camino hacia la victoria. Después de que los hombres le crucificaron, Dios le vindicó. Fue levantado de los muertos, entronizado a la diestra de Dios y confirmado en un lugar de dominio y preeminencia (Filipenses 2:9). El dio y aun da el don del Espíritu Santo a todos quienes creen en él (Efesios 1:13). Es capaz de salvar perpetuamente a todos cuantos vienen a Dios por medio de él (Hebreos 7:25). El pensamiento de su muerte y su suprema obra estaba claramente presente en la propia mente de Cristo desde el principio de su ministerio público. Al aceptar el bautismo de Juan él fue contado con los pecadores (Isaías 53:12). De este modo se identificó con los pecadores y conscientemente se estaba consagrando para el trabajo de llevar y quitar nuestros pecados (Juan 1:29). Más tarde, durante su ministerio y particularmente hacia el final, se...

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El que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará: Bethany Beckett

No nos sorprende recibir noticias de personas de edad que fallecen, pero cuando es un joven de casi 24 años, suben muchas preguntas en nuestra mente. Lea de Bethany Beckett. “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! … Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” Rom.11: 33, 36 En el año 2008 Bethany Kroeze acompañó a otros jóvenes cristianos a  un lugar donde repartían textos bíblicos a todo color con las hermosas palabras de Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Se deleitó en colaborar con otros en la siembra de la Palabra de Dios. Bethany se había convertido al Señor Jesús cuando tenía doce años de edad y su gran deseo era servirle dando a conocer la grata noticia de que en Cristo hay salvación. El testimonio de sus padres había calado hondamente en ella. En efecto, su padre antes de casarse estuvo en Chile colaborando con los misioneros y después, el matrimonio Kroeze ocupó sus vacaciones de verano para visitar centroamérica y ayudar en la obra misionera. De tal palo tal astilla, y Bethany...

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Cristo, siempre vencedor (III)

“Yo he vencido” Apocalipsis 3:21 Subo a mi Padre y a vuestro Padre, dijo Jesús antes de ir a la cruz. Esto nos lleva a considerar brevemente en el reencuentro del Hijo con el Padre en gloria. Pablo lo menciona en una frase, al describir el misterio de la piedad: “recibido arriba en gloria” (1 Timoteo 3:16), que podemos entender como recibido arriba en la gloria y también como recibido arriba en gloria, es decir, en triunfo, en esplendor, en exaltación, en victoria. Cristo asciende a la vista de los suyos: “viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos” (Hechos 1:9), y el hecho invita a pensar por un momento en aquella reentrada al cielo, triunfante y victorioso. Al igual que José, cuya historia una vez más nos sirve como pálido ejemplo, Jesús se reencontró con su Padre, en victoria. José había sufrido, había sido tentado, había estado en el pozo, había sufrido la cárcel, había sido “apartado de entre sus hermanos” (Génesis 49:26). Probado, resultó victorioso. Llegado el día señalado “José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente” (Génesis 46:29). Nada le pregunta Jacob y nada le dice José a su padre. Ambos conocen el dolor que el...

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