Elías (II)

El profeta Elías, después de una gran victoria experimentó un colapso. Su fe se debilitó profundamente, tuvo temor y una sensación de futilidad. Sin embargo cuando su fe en Dios se debilitaba, fue fortalecido para seguir sirviendo. David experimentó también oleadas de angustia y desolación que bien podríamos considerar como episodios casi depresivos. Leemos: “Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; Sácame de mis congojas” (Salmo 125:16-17) “Mi espíritu se angustió dentro de mí. Está desolado mi corazón” (Salmo 143:4) Siendo un hombre muy valiente y creyente en Jehová Dios, David vive momentos personales muy difíciles y lo mismo podemos decir de Elías. ¿Es este Elías, el osado profeta que enfrentó a los falsos sacerdotes de Baal? ¿Puede acaso estar deprimido, desilusionado o descorazonado? En lo profundo de su pesar, sin embargo, Dios le trata con ternura. Primero, le deja dormir y luego le despierta y –para sorpresa suya– “he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse” (v. 6). Después, se mete en una cueva y pasa la noche. Después de esto, Dios le formula una pregunta que sirve para todos nosotros cuando nos sentimos desanimados, a pesar de estar trabajando en la voluntad del Señor, en la obra del Señor....

Read More