Pintor del cielo

Mirar las montañas recién nevadas nos entrega un espectáculo de una belleza indescriptible. ¿Quién dibujó esos trazos blancos? Esa blanca y pura belleza pareciera demasiado simple como para evocar tanta perfección, pero así es. También sobrecoge en la mañana el ver anunciarse el sol por detrás de la cordillera, y cuando hay algunas nubes, tanto de mañana como al atardecer, los colores del cielo se entremezclan unos con otros. Hay tonos anaranjados, lilas, rosados. Pinceladas maestras que nos demuestran que el azar poco tiene que ver con esa belleza desplegada en el telón del cielo. Un poeta y cantante cristiano lo expresó con precisión. Don Moen escribe y canta: “Ninguno hay como Tú, Pintor del cielo, Estrella resplandeciente de la mañana, brilla en nuestras vidas”. Sin duda al artista le resulta más fácil plasmar en un papel, en una melodía o en una canción lo que los ojos de todo creyente perciben. ¿Se ha detenido a contemplar la creación, los trazos del pintor, las pinceladas del artista celestial? Continúa Don Moen: “Ninguno hay como Tú, principio y final, Fuego consumidor, enciende nuestros corazones una vez más”.  Sin embargo, el creador visita al hombre. Esto ya había sorprendido a otro cantor, al Rey David: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él...

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