¿Cómo es su aprecio por la Cena del Señor?

“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” Juan 4:34

 

Hay hermanos en la fe que cuentan con más de ochenta años de edad, hermanos que ya llevan setenta de ellos como creyentes en el Señor. Han probado la fidelidad de Dios en su vida y se ven los tales dirigiéndose el día domingo en la mañana a juntarse con otros creyentes para hacer memoria del Señor Jesús en el partimiento del pan. Quizás en la noche cuando esté oscuro, prefieren quedarse en casa, pero nada puede prevenir que estén presentes en la reunión de la mañana el domingo, a menos que sea por fuerza mayor como una enfermedad. Desean cumplir con el deseo del Señor cuando instituyó la Cena.

No resulta ser una reunión rutinaria. Los que hemos participado durante años en el cumplimiento del pedido de Señor hallamos que cada reunión es preciosa y diferente a cualquier otra. Ya que el enfoque es la cruz de Cristo, hallamos que es imposible agotar el tema y “hacer memoria de él” produce nuevos motivos para apreciar al Salvador. Hay una perfección en la obra que Cristo hizo. Por más de dos mil años no ha perdido su eficacia.

Jesús indicó en el principio de su ministerio que su propósito fue que hiciera “la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” Terminó la obra en la cruz y al final dijo: “Consumado es”. Cristo dejó la obra terminada, o acabada, y miles de creyentes podemos atestiguar a la gloriosa perfección de ella. En el misterio de la cruz, hay partes inescrutables que ninguno de los redimidos haya podido sondear. La resurrección de Cristo comprueba que todo lo que estuvo en el corazón y la mente de Dios fue cumplido a cabalidad. La sentencia en contra del pecador fue contundente: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23). Los múltiples cementerios en el mundo dan evidencia de la veracidad de este dicho. El problema es que el pecador no dispone de nada para anular este pago. Es por eso que Dios dispuso que Cristo muriera en la cruz y por medio a la resurrección hizo posible que el pecador no tuviera que morir separado de Dios. Como resultado, recibe “la dádiva de Dios (que) es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Celebrar la Cena del Señor cada domingo permite que refresquemos la memoria sobre la grandeza de la obra acabada por Cristo en la cruz. -daj

 

Lectura Diaria:
Josué 2 [leer]
/Oseas 10-11:11 [leer]
/Lucas 20:1-19 [leer]