Mes: Junio 2014

Cinco transiciones

Después de algún período de trabajo intenso, nuestro Señor se dedicaba a otra faceta de su ministerio. Nunca fue perezoso ni se le vio perdiendo el tiempo. Leamos acerca de esto. “Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí” Mateo 13:53 Cinco veces en el evangelio de Mateo ocurrió un momento de transición cuando Jesús terminó una actividad para dedicarse a otra. Nunca quedó sin nada que hacer. Pasaba de una etapa a la siguiente anunciando el reino de Dios. El Señor Jesús entregó una variedad de enseñanzas en el Sermón del Monte “y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina” (Mateo 7:28). Al bajarse del monte, de inmediato un leproso pidió que le sanara. Fue el comienzo de hacer muchos milagros y de dar muchas enseñanzas. Sus discípulos le acompañaban para aprender de Él y luego llegó el momento cuando ellos tenían que ir a predicar. No significó que Jesús mismo iba a descansar, pues “cuando Jesús terminó de dar instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí a enseñar y a predicar en las ciudades de ellos” (Mateo 11:1). Cuando los familiares de Jesús, incluyendo María su madre, pensaban que Jesús estaba fuera de sí, acudieron para llevarse a la casa. Jesús fue claro en decir. “¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su...

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El desaliento de Job

“¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre?” Job 3:11 Es sorprendente escuchar decir de varias personas que el libro de Job es su libro favorito de la Biblia. Cuando se les pregunta ¿por qué? muchas no saben cuál sea el ingrediente que les atrae pero mencionan cómo Job sufrió tanta pérdida pero no perdió su fe. En Job 3, parece que Job toca fondo. No quería ver ni la luz de un nuevo día, y del día de su nacimiento se preguntaba “¿Por qué no morí yo en la matriz?” (v.11). Pero Job fue más allá y quiso que su madre no le hubiera concebido. “Por cuanto no cerró las puertas del vientre donde yo estaba” (v.10). El Museo y Planetario Hayden en Nueva York en una oportunidad difundió una invitación para inscribirse toda persona interesada en formar parte de la tripulación de un viaje espacial. La idea era de viajar a otro planeta. Dicen que dieciocho mil  personas se presentaron. Las postulaciones fueron dadas a un grupo de sicólogos quienes las examinaron con cuidado. Sus conclusiones fueron que, en la mayoría de los casos, los inscritos lo habían hecho porque se sentían desanimados, desilusionados, y desalentados. Indicaron que sus vidas en la tierra eran un fraude y esperaban hallar una vida nueva en otro planeta. Job no quiso ir a otro...

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Hizo otra vasija

Dios quiso enseñar una lección importante a Jeremías su siervo. Leamos de esa ocasión. “Y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerlo” Jeremías 18:4. Léase vv.1- 6. Dios manda a Jeremías a visitar la casa del alfarero, pues allí le haría entender la lección. El alfarero “trabajaba sobre la rueda”. Su trabajo tenía forma, había un plan, y un propósito para esta vasija. Pero… “se echó a perder en su mano”. Está dañada, arruinada, y ¿ha de ser abandonada? En absoluto. En este pasaje de libro de Jeremías, Dios destaca que en vez de abandonar el proyecto, el alfarero “volvió” a trabajar. En las manos de este alfarero había habilidad, destreza y en su corazón el deseo de recuperar el producto y por eso “la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerlo”. ¿Encontramos algo en esta historia para animarnos? ¿Cuál sería el designio del Alfarero Celestial para con nosotros? Cuando erramos, no nos desecha, no nos bota en un basural, sino que nos recoge y se pone a trabajar en nosotros otra vez. Consideremos el caso de Jacob. Había designio y propósito para la vida de él, pero ¡cuánto se alejó del plan que Dios tenía! Robó, engañó a su padre enceguecido, y luego huyó. ¿Acaso esto dio término a los propósitos de Dios para con él? Ah no, sino que obraba la benignidad...

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