El poder de la debilidad

¿Quién no ha peticionado al Señor ser aliviado de algún problema agobiante? Muchos responden en lo afirmativo y luego agregan que la petición no consigue el alivio deseado. La experiencia de Pablo quizás no ayudaría a entender por qué. “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2 Corintios 12:9. El apóstol Pablo tenía un problema físico que le llevó a pedir en forma especial que el Señor lo aliviara. Lo llamó “un aguijón en mi carne” y también “un mensajero de Satanás” v.7. Reconoció que si hubiera estado libre de lo que fuera su “aguijón”, existiría el problema de pecar exaltándose “desmedidamente”. Pablo insistió tres veces con el Señor que se lo quitara. El texto de cabecera contiene la respuesta. Pablo había de depender del Señor para soportar su problema, sabiendo que la parte saludable era que así no llegaría a pensar de sí mismo como gran cosa. En verdad Pablo fue privilegiado en comparación con todos los demás, pues el Señor le reveló el misterio de la iglesia. Tal privilegio sería suficiente para producir orgullo en cualquier. Reconoció que por “la grandeza de las revelaciones” el Señor le había asignado un contrapeso. Aceptó la respuesta de su Señor prometiendo el poder que da...

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