La belleza de un creyente anciano (I)

“No me deseches en el tiempo de la vejez” Salmo 71:9 Quienes llevamos algunos años asistiendo a una congregación tenemos en nuestra memoria el recuerdo y la imagen de muchos hermanos y hermanas. Algunos de ellos fueron predicadores o maestros y maestras de escuela dominical, otros no. Algunos ya no están pues han partido a la presencia del Señor y otros aún asisten, pese a sus enfermedades y edad. Son hermanos y hermanas que cuando hablan lo hacen de lo que saben y no de lo que leyeron. Tal vez leyeron hace años, pero ahora esas lecciones aprendidas son sólidas y ya forman parte de su propia experiencia. Su sabiduría se ha incrementado y el discernimiento espiritual no les ha abandonado, aunque la memoria y agilidad mental tal vez no es la misma de antes. Dice el texto del salmista: “El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.   Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, Y que en él no hay injusticia”   — Salmo 92:12-15   Ellos han florecido con robustez, como árboles plantados en comunión con su Dios. Siempre tendrán algo que entregar y ofrecer a la congregación, su energía espiritual no decae. Una palabra aquí, una exhortación allá. Fructíferos,...

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