La cruz de nuestro Señor Jesucristo (X): el lugar donde el Hijo de Dios murió en lugar de todos

El Hijo de Dios fue el rescate en lugar de muchos, un sustituto en beneficio de todos.   “La redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás” Salmo 49:8 El Señor Jesucristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, como una carga que le oprimió de la misma manera que una carga física: Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). No fue virtual, fue real. Él fue hecho maldición por nosotros, maldición que la ley impone sobre aquellos que no la cumplen. Esto se expresó visiblemente en una muerte que la ley considera “maldita”. Así se cumplen las palabras del profeta: “él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5). Así, él fue el rescate en lugar de muchos, un sustituto en beneficio de todos. Pablo nos enseña el mecanismo que hace posible nuestro perdón y salvación: nuestro pecado recibió la “paga” que demanda, nuestro rescate-sustituto fue identificado con ese pecado y fue clavado a la cruz, llevándolo en su cuerpo sobre aquella cruz. Así fue posible para Dios ser justo y además justificar al que tiene fe en Jesús (Romanos 3:26). La muerte de Cristo es la propiciación por nuestros pecados y los de todo el mundo de la siguiente manera:...

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