¿DÓNDE ESTÁN LOS MUERTOS? (2)
Cuando Dios creó al hombre en un principio, le hizo semejante a Él como dijera: “hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”. En esta condición la raza humana habría continuado con vida sin ningún temor a la muerte. Pero el pecado entró y ahora cada ser humano tiene que pensar en la muerte y más allá de ella. “Le has hecho (al hombre) poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; Todo lo pusiste debajo de sus pies” Salmo 8:5-6 El salmista consideró los cielos, la luna y las estrellas que Dios había creado. Se maravilló. Luego volvió su atención al hombre, la obra maestra de la creación y preguntó: “¿Qué es el hombre, para que tenga de él memoria, y el hijo del Hombre, para que los visites?” Salmo 8:4. En los versos que siguen, el salmista reconoce lo que Dios mismo había hecho y dicho cuando creó al primer hombre, Adán. No hubo mancha en toda la creación; y el hombre creado no fue una excepción en esta obra divina. Al contrario, constituye un tributo eterno a la omnipotencia y a la omnisciencia de Dios. Sin embargo, no iba a quedarse en esta condición inicial debido al pecado de desobediencia de Adán. Los dos primeros capítulos...
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