EL SALMO QUE CONSUELA

Recientemente una señora vino a la puerta queriendo comprar una Biblia. Le mostré la que teníamos y preguntó si era la que nosotros los cristianos usamos. Le contesté todas sus preguntas pero no se dio por convencida hasta que la abrió y escogió el Salmo 23. Parada en la puerta, leyó los seis versículos. Quedó satisfecha y se la llevó. Por cierto tiene un mensaje reconfortante.   “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Salmo 23:1.   El Salmo 23 seguramente es el salmo más querido de los millares que lo leen o lo repiten. Sus palabras poéticas quedan incrustadas en la memoria y con facilidad podemos recordar las bellas promesas que contiene. En una oportunidad visitamos a una señora quien se acercaba a los cien años de edad. A veces no se acordaba de los rostros de sus antiguos amigos que le visitaban. Se repetía una y otra vez la misma frase y nos dimos cuenta que el desgaste mental no le permitía recordar algo dicho apenas un minuto antes. Pero tuvo una particularidad que un día grabamos en un video. Comenzamos a repetir el Salmo 23. Apenas habíamos repetido “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, la dama anciana siguió repitiendo el salmo 23 entero sin equivocarse. Nosotros callamos mientras ella proseguía y con triunfo terminó diciendo, “y en la casa de Jehová moraré por largos días”....

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