Mes: Octubre 2014

Esperanza y consuelo en Cristo

Los himnos que los Cristianos cantan traen consuelo y paz a su alma. Uno que ha servido mucho en este sentido es, “Oh, qué Amigo Nos Es Cristo”. El autor fue José Medlicott Scriven. Leamos algo acerca de su historia. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” Filipenses 4:6   José Scriven nació de padres de una situación acomodada en el año 1820, en Dublin, Irlanda. Cuando tenía 25 años, abandonó su patria para dirigirse a Canadá. Dos cosas influyeron en su decisión. Recién se había convertido a Cristo, lo cual produjo tensión en la familia, y recibió un golpe trágico cuando su novia se ahogó la noche antes de contraer nupcias. Llegado al pueblo de Puerto Esperanza, Ontario, José Scriven se empleó como profesor de escuela, dedicándose a ayudar a los estudiantes y a la comunidad. Las Bienaventuranzas del Señor Jesús le sirvieron para orientar su vida, llegando a ser conocido como “el buen samaritano”, pues daba generosamente de sus posesiones. Después de diez años en Canadá, José supo que su madre estaba gravemente enferma. No pudo viajar para estar a su lado, así que le escribió una carta de consuelo, y adjuntó un poema que recientemente había escrito. Pensó que las palabras traerían consuelo a su mamá al leer la poesía titulada, “Oh...

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Dejad ir a éstos

“Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos” Juan 18:8 Había entrado el sol, y el Señor Jesús se encontraba en el huerto de Getsemaní, junto a sus discípulos. Ya había orado al Padre acerca de su muerte cercana, aceptando la copa amarga que significaría morir en la cruz. El Señor está con sus discípulos, mientras una turba se acerca, guiada por Judas Iscariote. Con un beso ha de indicar a los soldados quién es Aquel a quien quieran arrestar. Al identificarse como el YO SOY, nombre perteneciente sólo a Dios, los soldados caen postrados a sus pies, cosa que no estaba dentro de sus planes. Ya pasada la sorpresa y de nuevo en pie, insisten en llamarle Jesús nazareno. Inmediatamente el Señor Jesús les ordena que dejen irse sus acompañantes: “Si me buscáis a mí, dejad ir a estos”, dice. Es llamativo que en el despliegue de la fuerza religiosa del pueblo judío, Jesús ejerce un poder superior, él de un Rey Soberano. ¡Ordenó y se cumplió! El relato se halla en el evangelio de Juan, capítulo 18, los versos 1 al 11. Todo cristiano verdadero puede tomar consuelo de esta narración pues el Señor Jesucristo continúa ejercitando su poder soberano a favor de nosotros. Nada pasa en la vida del creyente sin que El lo permita. No...

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Las pruebas de Abraham (III)

Considerando la historia de vida de Abraham y su relación con Dios desde su llamado en Ur de los caldeos, vemos que la fidelidad de Dios a sus promesas hechas unilateralmente hacia él, y confirmadas una y otra vez por los hechos, han forjado en este hombre una fe inconmovible en Jehová.   “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 Abraham supo que el carácter fiel de Dios significaba que El no rompería sus promesas. En el Génesis 22 leemos acerca del sacrificio de Isaac que Dios ordena a Abraham llevar a cabo. A la luz de lo que hemos considerado en los días previos con respecto a la experiencia previa de Abraham y a las promesas que Dios le ha hecho, entendemos claramente que Dios está probando a Abraham (v. 1). Dios no quiere en realidad que Isaac sea sacrificado. El hecho es que Dios ordena a Abraham algo difícil, manifestando ternura con su amigo. De hecho, en el original se lee “toma ahora, te ruego, a tu hijo” (v. 2). Dios da una orden difícil, pero lo hace tiernamente pues aprecia el costo de lo que está pidiendo. Dios aquí no está demandando. A continuación Dios con sus palabras recuerda a Abraham su pacto  (“tu hijo, tu único, Isaac,...

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Las pruebas de Abraham (II)

Vemos en la historia personal de Abraham que él recuerda las decisiones importantes que ha tenido que tomar cuando Dios le ha requerido, y que ha actuado siempre en consecuencia confiando en lo que le ha sido prometido. Sigamos considerando sus pruebas. “Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 En el gran contexto de su vida Abraham sabe y cree que Dios hará de él una gran nación. También sabe que la primera vez que Dios le llamó, le pidió que saliera de donde estaba y se encaminara hacia un lugar que luego le mostraría. Sin requerir ni necesitar más detalle, ha obedecido y visto que Dios siempre ha estado con él, que nunca le ha abandonado y que hasta ahora ha sido fiel a sus promesas. Es así como llegamos a una prueba bastante más cercana cuando ocurre el conflicto entre su hijo Ismael –cuya madre es la esclava egipcia Agar– con su otro hijo Isaac, cuya madre es su esposa Sara (Génesis 21). Lo anterior termina con Abraham echando a Agar e Ismael al desierto. No obstante, antes de que eso se lleve a cabo Dios asegura a Abraham que Ismael y su madre han de ser protegidos y que este hijo suyo también será padre de una gran...

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Las pruebas de Abraham (I)

“Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23 Génesis 22 es un pasaje muy interesante, aunque muchas veces insuficientemente comprendido. Desde el principio la escritura nos deja claro el propósito de todo lo que ha de acontecer: es una prueba (“probó Dios a Abraham” (v. 1)). Dios le dice a Abraham que salga de la tierra donde habita y vaya a un lugar que le ha de mostrar (“uno de los montes que yo te diré”). Claro, hay una instrucción muy particular involucrada: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto” (v.2). Sin embargo, como veremos, las palabras de Dios no son nuevas para Abraham. Muchos años antes, Dios le había dicho algo parecido: “Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela… a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Es evidente el mismo patrón en ambas circunstancias, pero la primera vez que Dios llama a Abraham a salir confiando sólo en él, le hace una promesa múltiple: “haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas...

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