Mes: Octubre 2014

LAS COSAS EN QUE DIOS SE COMPLACE

Hay niños que confeccionan algo y ansiosos esperan al padre cuando llega del trabajo para mostrárselo. Se fijan en su rostro para la primera señal que le gusta. Una sonrisa, un toque de cariño, y escuchar la expresión, “muy bien hecho” dan a entender que está complacido. De igual manera debe interesarnos complacer a nuestro Dios.   “Se complace Jehová en los que le temen, Y en los que esperan en su misericordia” Salmo 147:11   Se desconoce quien fuera el autor del Salmo 147. Antiguas versiones de las Escrituras lo adscriben a los profetas Ageo y Zacarías después de que los israelitas se volvieran de Babilonia. Se mencionan algunas actividades divinas que revelan cuán interesado está Dios en cómo los suyos le responden a su bondad y en los cuáles Él se deleita. “Es bueno cantar salmos a nuestro Dios” v.1, pues Dios quiere escuchar nuestras alabanzas. Detrás de las actividades de reconstrucción de Jerusalén, estuvo la mano de Dios; “Jehová edifica a Jerusalén” v.2. Con ello cumplió su promesa de recoger a los desterrados de Israel. Nehemías 12:27 describe la gran alegría que sentían los retornados. Jehová se complace en ser alabado y en restaurar a su pueblo.   Las pruebas y la humillación que sufrieron los judíos cuando estaban en cautiverio ahora son un distante recuerdo y muchos atestiguan de que Dios “sana a los quebrantados...

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SENTADO A LOS PIES DE CRISTO

Cuando alguien se convierte a Jesucristo reconociéndole como su Salvador, hay cambios en la vida. No puede ser de otra manera “porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” Lucas 9:56. Lea de lo que pasó al hombre endemoniado de Gadara.   “Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal” Marcos 5:15.   En la parte sureste del Mar de Galilea estaba el pueblo de Gadara. Jesús viajó a la región de los Gadarenos y fue recibido por un hombre enloquecido. Su morada estaba “en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas” Marcos 5:3. Debido al espíritu inmundo que le tenía dominado, tenía fuerza extraordinaria de tal manera que “muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos” v.4. Gritaba “de día y de noche,… dando voces en los montes y en los sepulcros” mientras se hería con piedras. Al ver a Jesús “de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes” vv.6-7. Jesús decía al demonio, “Sal de este hombre, espíritu inmundo” v.8.  ...

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MEJOR ABRIR LAS CORTINAS

No es lógico que alguien viva en una casa con las cortinas cerradas mientras el sol afuera ilumine todo lo bella de la naturaleza. Así vivía una señora a quien un joven llevó galletas enviadas como regalo de su madre. Reflexionó sobre la vida de algunos que no saben apreciar la salvación en Cristo.   “Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane” Hechos 28:27   El hermano don Eugenio Peterson relata que cuando era joven había en la congregación donde su familia asistía una mujer excéntrica conocida como hermana Lychen. Casi todas las semanas la mujer decía a los creyentes que el Señor le había revelado que no moriría hasta que viera la gloria del Señor y que iría con Él al cielo. Por cierto, es el deseo de todo creyente que resultara así, pero nadie puede afirmar con seguridad que así le vaya a acontecer. No resultó como ella había anticipado pues murió de vejez sin que se cumpliera su afirmación. Cuando todavía estaba con vida, la mamá de Eugenio le pidió que llevara unas galletas a la hermana Lychen. Era niño joven y temblaba cuando golpeó la puerta de su casa...

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EL SALMO QUE CONSUELA

Recientemente una señora vino a la puerta queriendo comprar una Biblia. Le mostré la que teníamos y preguntó si era la que nosotros los cristianos usamos. Le contesté todas sus preguntas pero no se dio por convencida hasta que la abrió y escogió el Salmo 23. Parada en la puerta, leyó los seis versículos. Quedó satisfecha y se la llevó. Por cierto tiene un mensaje reconfortante.   “Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Salmo 23:1.   El Salmo 23 seguramente es el salmo más querido de los millares que lo leen o lo repiten. Sus palabras poéticas quedan incrustadas en la memoria y con facilidad podemos recordar las bellas promesas que contiene. En una oportunidad visitamos a una señora quien se acercaba a los cien años de edad. A veces no se acordaba de los rostros de sus antiguos amigos que le visitaban. Se repetía una y otra vez la misma frase y nos dimos cuenta que el desgaste mental no le permitía recordar algo dicho apenas un minuto antes. Pero tuvo una particularidad que un día grabamos en un video. Comenzamos a repetir el Salmo 23. Apenas habíamos repetido “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, la dama anciana siguió repitiendo el salmo 23 entero sin equivocarse. Nosotros callamos mientras ella proseguía y con triunfo terminó diciendo, “y en la casa de Jehová moraré por largos días”....

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¿DÓNDE ESTÁN LOS MUERTOS? (3)

La Biblia habla claramente del paradero de los que creen en Cristo y los que rehúsan creer. El juicio divino contra el pecado significó condenación para el pecador. Pero Dios hizo provisión gratuita para que todo ser humano fuera librado de ella. La Biblia indica donde estarán tanto los que creen como lo que no creen.     “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” Deuteronomio 30:19.   Ya que Adán pecó, su descendencia ha participado en la misma consecuencia de la muerte impuesta sobre él. Incontables son los que han visto cumplirse la sentencia de muerte sobre ellos. Se fueron, pero ¿a dónde? Muchas veces el comportamiento de los moribundos demuestra hacia cuál destino van ellos. Algunos mueren pacíficamente, otros, gritan desesperadamente. La enfermera francesa, Marechal de Richelieu, estuvo presente en la muerte de Voltaire, el ateo y escritor de mucha fama. Después, los servicios de esta enfermera fueron requeridos para atender a un inglés que estaba gravemente enfermo. “¿Es cristiano?”, preguntó. Le dijeron que si, pues era un hombre que vivía en el temor de Dios. Le preguntaron por qué hizo la pregunta. Dijo ella, “fui yo la enfermera que atendió a Voltaire en su...

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