Mes: Noviembre 2014

Tercer mandamiento: el Dios no visto, pero oído y conocido por su nombre, debe ser honrado (III)

Continuemos considerando acerca del nombre de Jehová, como nos lo revela la Escritura. “¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” Jueces 13:18 Los seres humanos profanamos el nombre de Dios a través de una actitud piadosa inapropiada. ¿Cómo así? Bueno, sólo escuchemos lo que decimos acerca de Dios: “Dios es mi copiloto”, y muchas frases como estas. ¿Algún cristiano cayendo en lo mismo? “Dios en nuestro amigo”, “Dios es mi confidente”… y un largo etcétera. Otros podrán serlo, pero no el Jehová de la Biblia. Él no proporciona terapia, no ofrece coaching, no acompaña sin preguntar. Más bien se revela a sí mismo, salva a su pueblo de sus pecados, reina sobre toda la tierra y no hay límites a su poder. Qué fácil para algunos decir “Dios me dijo”, “Dios me mostró”, “Dios me guió”. No nos confundamos, nuestro Dios sí dice, muestra y guía, pero por medio de su Palabra revelada. En realidad, manifestamos una forma encubierta de idolatría cuando sin una palabra revelada escritural, hablamos como si Dios nos hubiese hablado o dado una nueva revelación a nosotros. Osamos hablar donde Dios no ha hablado, de lo que Dios no ha hablado, en el contexto en que Dios no ha hablado. También profanamos el nombre de Dios a través de la adoración superficial. En la Biblia aprendemos que Dios toma seriamente la adoración, baste leer acerca de Nadab y Abiú (Levítico 10:1-3). El Señor Jesucristo mismo reveló lo que Dios –y no sólo el Padre– requiere en adoración (Juan 4:23). ¿Cómo es la adoración que le agrada, que honra...

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Tercer mandamiento: el Dios no visto, pero oído y conocido por su nombre, debe ser honrado (II)

¿Cómo podría un cristiano profanar el nombre de su Dios? El hombre natural lo hace muchas veces durante el día también. Consideremos algunas de las posibilidades. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” Exodo 20:7 Profanamos el nombre de Dios a través del reduccionismo. Dios tiene el único derecho de definirse a sí mismo, y lo hace claramente en la Biblia. No obstante, los hombres gustan de un Dios redefinido, un Dios con el carácter distorsionado, aun con buenas intenciones. Cuántas veces creemos que entendemos más a Dios que lo que su Palabra nos enseña. Cuántas veces con facilidad creemos interpretarle, creemos saber cómo reaccionaría en alguna situación y cómo debe castigar algo que nos parece mal, o bendecir algo que nos parece bien. Frases como “Dios no te va a ayudar”, “Dios te va a castigar”, “Dios te va a bendecir”, incluso el consabido “Dios te ama” tienen en su origen una redefinición, una reducción de la persona y carácter del Ominpotente. ¿El objetivo?, presentarnos un Dios más digerible, más degustable al hombre moderno. Ese es un Dios sub-representado, que no son otra cosa que formas encubiertas de idolatría, son “dioses ajenos”, como veíamos en el segundo mandamiento. Profanamos el tercer mandamiento y tomamos su nombre -su naturaleza misma- en vano con nuestras ideas incorrectas acerca de Dios: más severo, incluso cruel, más bonachón, más condescendiente, etc. … Lo que finalmente ocurre es que olvidamos que Dios no puede ser completamente comprendido o abarcado, pero el hombre trata de razonar a Dios y como resultado genera un concepto deshidratado y recortado de Dios, un Dios a la medida. Cuidémonos de no reducir la persona del Dios eterno en alguien a nuestra altura. Reconozcamos su naturaleza y carácter, y maravillémonos en este día de que ese Dios tan alto y sublime quiso acercarse a nosotros, y efectivamente lo...

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Tercer mandamiento: el Dios no visto, pero oído y conocido por su nombre, debe ser honrado (I)

Tomar el nombre de este Dios en vano implica serias consecuencias. Veamos lo que nos dice el mandamiento. “No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano” Exodo 20:7 Después de declarar que su pueblo no ha de tener ídolos, Él declara que su nombre ha de ser hablado y oído con reverencia. Triste es reconocer que cuán a menudo violamos este mandamiento en nuestra conversación, en nuestra pretendida piedad y en nuestra adoración. Debemos apreciar que este Dios libertador, pero celoso, declaró su nombre a los hombres (Éxodo 3:14). Dijo a Moisés: “Yo soy el que soy”. Este fue un nombre revelado, no por carne ni sangre, no un nombre genérico y en el hecho de revelarnos su nombre, se nos da a sí mismo. Dios declara sus atributos por medio de sus nombres en el Antiguo Testamento. Tan importante es su nombre que en su Palabra aprendemos que Él rescatará a Israel por el interés de este, su propio nombre, de su reputación personal, y no primariamente por el amor que les tenía: “Y cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, diciéndose de ellos: Estos son pueblo de Jehová, y de la tierra de él han salido. Pero he tenido dolor al ver mi santo nombre profanado por la casa de Israel entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la...

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Un guarda confiable

¿Es usted confiable en las pequeñas tareas? Lea acerca de uno que sí lo fue, aunque su nombre desconocemos. “Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado” 1 Samuel 17:20   La preocupación de David por el bienestar de las ovejas es evidente, pues antes de partir para cumplir con el deseo de su padre Isaí, se asegura que las ovejas tenga alguien que les vaya a cuidar. Este guarda es desconocido para nosotros. Sin embargo, si no hubiese sido por su cuidado fiel de las ovejas, David no habría ido con el encargo de su padre para entregarlo a sus hermanos en el frente de la batalla. Además de eso, no habría estado disponible para lograr su gran victoria del valle de Ela cuando peleó contra el gigante Goliat, obteniendo la victoria que libró el pueblo de Israel de su enemigo. Aunque no estuviera el guarda con David en su momento de gloria cuando venció a Goliat, de todas maneras su trabajo de cuidar las ovejas fue crucial. Quizás uno no sea el que logre las hazañas grandes para Dios, pero nuestra fidelidad en las tareas pequeñas es importante. Nos hace pensar en Mateo 25 donde el Señor Jesús relató una parábola para destacar la importancia de ser fiel. Como resultado...

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En casa

“El Altísimo… tu habitación” Salmo 91:9 Cada uno de nosotros va a su casa sin aviso. No es necesario arreglarse para eso, muy por el contrario. Por otro lado, cuando vamos de visita a algún lado, terminamos y volvemos a nuestra casa pues ya no hay más que hacer. El trabajo, la necesidad, algún trámite inevitable nos lleva a veces a otro lugar, pero el corazón nos trae de vuelta al hogar. Bendito aquel cuyos pensamientos se elevan hacia Dios, no de manera azarosa como el marino en medio de una tormenta que afortunadamente recala en una playa inesperada. No por miedo o necesidad forzosa, no por obligación, sino porque Dios está en su habitación y en su morada. Libres de otras ataduras, los pensamientos vuelven al hogar buscando reposo. En Dios el justo encuentra el amor que acoge, que da la bienvenida. Ahí está el lugar soleado. La ansiedad se retira y la prueba es olvidada. Ahí se expresa la gloriosa libertad, la feliz calma, el descanso y nuestra fuerza es renovada. En casa con Dios. Mark Guy Pearse/rc Lectura Diaria: 2 Cronicas 25 [leer] /Ezequiel 42 [leer] /Juan...

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