Idoneidad (I)

Cada matrimonio debe reflejar la relación de Cristo y su Iglesia. Entender este principio es la clave para disfrutar de las múltiples bendiciones posibles cuando marido y mujer lo practican. “Dijo además Jehová Dios: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea’” Génesis 2:18 Después de crear al hombre y colocarle en el huerto de Edén, Jehová Dios no quiso dejar a Adán sólo, y por eso, le proveyó de una compañera. Antes de poner por obra lo que tenía en mente, entregó a Adán el trabajo de nombrar a “todos los animales del campo y todas las aves del cielo.” Terminada la tarea, “Adán no halló ayuda que le fuera idónea” entre los animales. Acto seguido, durante un sueño profundo que Dios hizo caer sobre Adán, Dios “tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar”. Luego, “de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre.” Al verla por primera vez, Adán reconoció que “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada” Génesis 2:23. “Una ayuda idónea”, había declarado Dios. La compañera que Dios le trajo llenó una necesidad en la existencia de Adán para llevar a cabo los propósitos de Dios referente al mundo y a la raza...

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