Mes: Enero 2015

Los sufrimientos del Siervo de Jehová́ (III)

“Y Dios mismo estará con ellos como su Dios” Apocalipsis 21:3 El sufrimiento y el dolor muchas veces es desconocido para los demás. En un himno ya bastante conocido, un cantante cristiano entona acerca de los que ríen pero en esa risa esconden aflicción.  En el pasaje que hemos considerado brevemente estos días, leemos que nuestro Señor, “angustiado él, y afligido, no abrió su boca” (v. 7). ¿Se identifica usted con él en alguna circunstancia de su vida personal? Todos pasamos por aflicciones y penas, y son en último término consecuencia de la caída relatada en Génesis. La maldición es fuerte: el hombre comerá su pan diario “con dolor”, “todos los días de tu vida” (Génesis 3:16, 17). Este es el origen primario del dolor, del llanto, de la aflicción, lo que Salomón describe en estas palabras: “Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar”. “Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:8, 14). A diferencia de nosotros, de nuestro Señor Jesucristo se nos da una explicación que debe intensificar nuestra percepción del amor de Dios y nuestra gratitud para con su persona y su obra. Es cierto, él sufrió, él padeció, él fue angustiado y afligido, él fue llevado al matadero… “aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño...

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En un mundo oscuro resplandeció la luz

Este es un mundo oscuro. Sólo hay uno quien pudo llenarlo de luz. “Hasta que apunte el día, y huyan las sombras” Cantares 2:17 El mundo hace 2000 años era igual al que tenemos ahora en sus intereses, luces y sombras. A decir verdad, las “luces” que podríamos rescatar son muy pocas, y se hallan relacionadas con el advenimiento de “la luz del mundo” (Juan 1:9). No obstante lo anterior, venido el Hijo de Dios, se manifiesta abiertamente a animadversión, el rechazo, la oposición fiera y el maltrato hacia su persona. Jesús sabía a lo que venía, a “pueblo asentado en tinieblas”, a gente que vivía en “sombra de muerte” (Mateo 4:15). El panorama no podía ser diferente: un mundo caído, arruinado y dominado por Satanás no es un lugar deseable. A este mundo vino Jesús. “Bienvenido a nuestro mundo”, reza la letra de un poema escrito por un creyente, describiendo la condición deplorable del lugar al que se manifiesta Jesús. El hermano Guillermo McBride señalaba que así como en la venida de Cristo el cielo se manifestó con una gracia y poder salvador nunca antes visto, también el mal se extremó en manifestarse más intensamente. Notamos más endemoniados, más estorbo, más incredulidad en los evangelios. Como si a la gracia salvadora de Dios manifestada en su Hijo, el diablo quiso responder en mayor oposición, con más oscuridad. En...

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Los sufrimientos del Siervo de Jehová (II)

“El puso su vida por nosotros” 1 Juan 3:16 Ayer veíamos que indiscutiblemente la profecía de Isaías 53 se refiere al Hijo de Dios cual siervo sufriente, perfecto, en su sacrificio por los pecados de los hombres. El sufre al ser cargado con nuestros pecados y sufre la ira y el justo juicio de Dios sobre ese pecado. “Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (v. 10). “Por nosotros lo hizo pecado” (2 Corintios 5:21). En el pasaje, quienes contemplan esta escena reconocen que desde una perspectiva externa, este “varón de dolores” no tiene atractivo (v. 3). Así es también el día de hoy, Cristo no atrae al mundo. La sociedad parece exclamar “¡fuera con éste!” (Lucas 23:18) y pide a cambio algo o alguien que esté más de acuerdo con sus intereses e inclinaciones. También reconocen que menospreciaron y desestimaron a Cristo (v. 3). Pero llegamos al versículo 4 y leemos: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores…”. En los versos que siguen, los “testigos virtuales” continúan reconociendo que él fue herido por las propias rebeliones y fue “molido” por sus propios pecados. Añaden: “el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (v. 4-5). Hay un asumir casi como un lamento el haber estado equivocados, el haber incomprendido los sufrimientos del salvador, el haberle menospreciado, pero al final, el estar...

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Una cosa te falta

  “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” Mateo 5:20 El hombre siempre trata de mostrar que es mejor que el promedio. Ya desde la antigüedad vemos claramente en el ser humano la actitud de suficiencia y la intención de poder justificarse por sí mismo delante de Dios. Adán y Eva trataron de cubrirse fabricándose delantales con hojas de higuera (Génesis 3:7). Caín presentó una “excelente” ofrenda pero le fue insuficiente para alcanzar el favor de Dios (Génesis 4:3, Hebreos 11:4). El pueblo de Israel, depositario de la ley de Dios, cayó pronto en el legalismo y las externalidades: “No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes” (Isaías 1:13). Querían “hacer” cosas para lo cual inventaron y añadieron a la ley original una serie de códigos y reglas que ni ellos mismos podían cumplir. Esa fue una degeneración gravísima de la ley de Dios (Mateo 15:3-9). Al no poder cumplirla rebajaron los estándares de esa ley divina para así lograr “obedecerla” u obtener una pretendida justificación (Lucas 18:9). El punto es que Dios siempre ha justificado al hombre por la fe, como nos lo enseña Abraham, de quien Dios dice...

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TRAIGO LAS MARCAS DEL SEÑOR JESÚS

El cuerpo del apóstol Pablo debe haber causado repugnancia al que lo viera. Me estremezco al leer de los “azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte… cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno, tres veces… azotado con varas; una vez apedreado …” Pablo no atribuyó ningún poder especial a estos sufrimientos. Fue salvo por la fe, y punto.   “De aquí en adelante nadie me cause molestias; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús” Gálatas 6:17   Pablo el apóstol fue el autor de la carta a los gálatas. Los gálatas eran creyentes en diferentes iglesias del Señor esparcidas por Asia Menor, Hoy día es el país de Turquía. Cuando comenzó su carta, Pablo expresó su desazón porque en vez de seguir la sencillez del evangelio de Cristo, los gálatas estaban dispuestos a adoptar prácticas adicionales que no tenían nada que ver con el evangelio. “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” Gálatas 1:6. Cualquier evangelista que ha predicado el evangelio verdadero podría identificarse con el sentir de desilusión sufrida por Pablo. Aunque mencionó un evangelio diferente, inmediatamente aclaró que no “haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” v.7.  Unos falsos maestros habían llegado de Jerusalén...

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