Mes: Marzo 2015

RAQUEL — LA ESPOSA AMADA 1

“Raquel vino con el rebaño de su padre, porque ella era la pastora” Génesis 29:9 En Génesis los capítulos 29-31, tenemos el relato del romance entre Jacob y Raquel, y cuánto tuvo que sufrir él para obtenerla como esposa. Los primeros contactos giran alrededor de un pozo en Padan-Aram, lugar donde Rebeca, la madre de Jacob, había vivido en su juventud. Como en la historia de Rebeca, de nuevo aparece un viajero desconocido. Jacob busca un lugar donde puede quedar fuera del alcance de su hermano, Esaú, a quién él había defraudado. Es su madre quien le había enviado en este viaje, recomendándole a Jacob que buscara a una esposa entre su parentela. Es muy probable que Jacob no pensara encontrar tan pronto a la joven que desearía llevar de regreso consigo, pero al ver por primera vez a la hermosa Raquel, la amó. Al verla llegar al pozo con las ovejas de su padre, Jacob fue y quitó la enorme piedra de la boca del pozo y dió agua a los animales de ella. Luego saludó a la muchacha con un beso, pues había sabido por los otros pastores que Raquel era prima suya, y comenzó a llorar. Cuando Jacob le contó que él era hijo de Rebeca y sobrino de Labán, Raquel fue corriendo a contárselo a su padre. Este, al oir hablar de Jacob, salió de...

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Querido Padre…

“En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará” Juan 16:23 El Señor Jesucristo otorgó a sus discípulos un tremendo privilegio. Les aseguró que acercándonos al Padre, serían recibidos en su nombre. La promesa es válida para nosotros también. Nos permite pedir al Padre las cosas que necesitamos para vivir y servirle. Si tales peticiones están conformes a su voluntad, El nos las dará. Hay una historia que ilustra lo que la Biblia enseña en el Juan 16:23. Ocurrió durante la Guerra Civil en los Estados Unidos. Un soldado lisiado trató por mucho tiempo de obtener audiencia con un juez muy ocupado. El juez no tuvo mucha disposición de atenderle. Finalmente, el juez aceptó leer la carta que traía. Al abrirla, sus ojos cayeron sobre las primeras palabras: “Querido padre”. El juez buscó inmediatamente la firma y de hecho, fue la de su hijo, también soldado. Su actitud cambió radicalmente. Soltó una sonrisa y abrazó al soldado después de leer la carta, la cual decía, “Querido padre. El portador de esta carta es amigo mío. Acaban de darle de alta en el hospital acá en el campo de batalla para poder descansar y recuperarse de sus heridas. Favor hacer lo que pueda para ayudarle por causa mía”. ¿Y qué hizo el juez? Solamente...

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UN LIBERTADOR QUE TRAE PAZ

El desdén hacia las cosas del Señor que se ve en la sociedad de hoy no es nada nuevo. En todas las generaciones así resulta. Lea de libertador que trajo paz a los Israelitas, figura de Cristo que puede traer paz en el día de hoy. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” Juan 16:33 El gran caudillo Josué entregó al pueblo excelentes consejos y advertencias solemnes antes de morir, “ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad;… escogeos hoy a quién sirváis;… yo y mi casa serviremos a Jehová” Josué 24:14-15. El pueblo le dijo: “a Jehová serviremos” v.21. Por un tiempo lo hicieron pero “se levantó otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. … (e) hicieron lo malo ante los ojos de Jehová,… Dejaron a Jehová el Dios de sus padres” Jueces 2:10-12. Hoy día pasa algo similar en nuestra sociedad pues el temor a Dios practicado por los padres no se ve en los hijos. Los abuelos tenían conciencia de un Santo Dios en el cielo ante el cual tenían que dar cuenta. Hoy día, los nietos invocan el nombre Dios usando vanas expresiones que revelan un gran desprecio hacia su Creador. La historia tiende a repetirse...

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8vo mandamiento: advertencia a no hurtar a Dios

El hurto final es el hurto a Dios. Es el más grave y el más propio de nuestra naturaleza. “Porque mía es toda la tierra” Exodo 19:5 En este punto tenemos que introducir un concepto que la Biblia presenta claramente. Cuando hablamos de posesiones y su relación con Dios, tenemos que incorporar el concepto de mayordomía, que en palabras simples quiere decir que el pueblo del antiguo pacto y el pueblo del nuevo pacto debe reconocer que sus posesiones son, al mismo tiempo suyas y al mismo tiempo no-suyas. Dios nos ha confiado las cosas que tenemos, y en ese sentido lo que tenemos es propio pero está a disposición de Dios, del pueblo de Dios y para los propósitos de Dios. Este concepto bíblico es la teoría económica más revolucionaria de todas: no es capitalismo, no es socialismo, no es comunismo, es mayordomía. Las posesiones pertenecen a Dios y nos las da para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17), las trabajemos y las usemos para su gloria y propósitos (1 Crónicas 29:14). Dice Al Mohler: “De esta manera, el pueblo del nuevo pacto en Cristo debe ver la prosperidad no tanto como una señal del favor divino sino como una señal de enorme responsabilidad. No es suficiente ‘no robar’, más bien debemos poner todo lo que tenemos a la disposición de Dios, comprendiendo que últimamente el es dueño...

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8vo mandamiento: el derecho a la propiedad personal

El octavo mandamiento es muy simple, pero lleno de significado. Veamos algunas consideraciones. “No hurtarás” Exodo 20:15   La Biblia enseña acerca de las posesiones personales y los bienes materiales. Hay una dignidad en la posesión personal, legítimamente obtenida como producto del trabajo. Quien toma lo que no es suyo, roba no sólo el objeto sino la dignidad del duelo. El Antiguo Testamento habla en detalle acerca de los límites de la propiedad personal, incluso habla de negocios entre personas, ética en los negocios, pesas y balanzas justas, reparaciones (Exodo 22), etc. No se ha de tomar lo que pertenece a otro, porque el otro fue creado a imagen de Dios. La dignidad del trabajo tiene su origen en el trabajo encomendado al hombre en el huerto del Edén. Aun antes de la caída del hombre, existe un vínculo entre el trabajo y el frutode este, con el derecho a disfrutar de él (Génesis 2:15-16). El punto es que con la caída (Génesis 3) no somos eximidos de trabajar (Génesis 3:23), sino que tenemos ahora un nuevo elemento: el fruto de ese trabajo está amenazado por la naturaleza caída y pecaminosa del hombre, que le llevará a intentar aprovecharse del esfuerzo del otro, de manera ilegítima. A Dios no le agrada esto, más bien valora y defiende el trabajo. Sin embargo, en este mundo caído el robo o hurto...

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