Más que un carpintero (II)
Para los discípulos, las palabras de Jesús eran de vida eterna. ¿Qué pensaban los demás? “¿No es éste el carpintero, hijo de María, … Y se escandalizaban de él“ Marcos 6:3 Nombrar a Belén, Betania, Jerusalén, Capernaum u otras ciudades de Galilea es mencionar los lugares que tienen que ver con el nacimiento y el ministerio de Jesucristo. Pero nombrar la ciudad de Nazaret es cuenta aparte. Después de ser bautizado y salir a predicar, Jesús estableció su residencia en la ciudad marítima de Capernaum situada en la orilla norte del Mar de Galilea. Un día Jesús llegó de visita a la ciudad de Nazaret y era día de reposo. Su costumbre era asistir a la sinagoga y comenzó a enseñar de las Escrituras. Hubo bastante auditorio y se admiraba de su doctrina. Decían los asistentes, ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que hace? Muchos quedaban atónitos al oír la calidad de su enseñanza. ¿En qué consistía? Sin duda, hablaba con convicción y certeza. A menudo Jesús decía, “de cierto, de cierto os digo,” y luego hacía pronunciamientos importantes. No había motivo para dudar de la veracidad de su enseñanza. Los dichos de Jesús estaban llenos de sabiduría y contenían una lógica irrefutable. Cuando hablaba de eventos futuros, indicaba detalles acerca de sí mismo, además de anunciar...
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