Mes: Abril 2015

Más que un carpintero (II)

Para los discípulos, las palabras de Jesús eran de vida eterna. ¿Qué pensaban los demás? “¿No es éste el carpintero, hijo de María, … Y se escandalizaban de él“ Marcos 6:3 Nombrar a Belén, Betania, Jerusalén, Capernaum u otras ciudades de Galilea es mencionar los lugares que tienen que ver con el nacimiento y el ministerio de Jesucristo. Pero nombrar la ciudad de Nazaret es cuenta aparte. Después de ser bautizado y salir a predicar, Jesús estableció su residencia en la ciudad marítima de Capernaum situada en la orilla norte del Mar de Galilea. Un día Jesús llegó de visita a la ciudad de Nazaret y era día de reposo. Su costumbre era asistir a la sinagoga y comenzó a enseñar de las Escrituras. Hubo bastante auditorio y se admiraba de su doctrina. Decían los asistentes, ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que hace? Muchos quedaban atónitos al oír la calidad de su enseñanza. ¿En qué consistía? Sin duda, hablaba con convicción y certeza. A menudo Jesús decía, “de cierto, de cierto os digo,” y luego hacía pronunciamientos importantes. No había motivo para dudar de la veracidad de su enseñanza. Los dichos de Jesús estaban llenos de sabiduría y contenían una lógica irrefutable. Cuando hablaba de eventos futuros, indicaba detalles acerca de sí mismo, además de anunciar...

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MÁS QUE UN CARPINTERO (1)

Los discípulos tuvieron una oportunidad dorada de aprender cómo se debe vivir la vida cuando acompañaban a Jesús en los lugares donde Él visitaba. Al escucharle hablar y al verle actuar, aprenderían que era más que un carpintero.   “Y Jesús, llamando a sus discípulos, dijo: Tengo compasión de la gente.” Mateo 15:32. Algunas Biblias tienen un agregado informativo que traza la vida del Señor Jesús en una tabla cronológica. La parte que recibe la mayor atención comienza cuando Jesús entra en su ministerio público después de ser bautizado por Juan Bautista. No sé si alguien ha calculado la cantidad de kilómetros que caminó nuestro Salvador en su ministerio atendiendo a la gente necesitada mientras predicaba el reino de Dios. En el evangelio de Marcos capítulo 5 se lee de un viaje que Jesús hizo en un barco cruzando el mar de Galilea. Fue para librar a un hombre atormentado por una legión de demonios. Terminado el milagro, Jesús pasó otra vez con sus discípulos a la otra orilla. Aunque el hombre quiso acompañar a Jesús, Él no se lo permitió, sino que instruyó al hombre irse a su casa para relatar lo que Dios había hecho con él. Marcos 5:18-20. Llegado Jesús a la orilla opuesta, una multitud se reunió alrededor de Él y ésta fue la ocasión cuando Jairo le buscó para pedir que fuera a sanar...

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Volveos, Volveos

El Hijo del Hombre, es a saber, el Señor Jesucristo, vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Revela el deseo de nuestro Dios para con los pecadores. Los profetas indicaban lo mismo cuando repetían las palabras, “Volveos, volveos”. “Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis?” Ezequiel 33:11 El libro de Zacarías contiene 14 capítulos. Su nombre significa “renombrado” o “recordado”. Era un profeta y de una familia sacerdotal. Su carrera como profeta comenzó dieciséis años después de la llegada de los retornados a Jerusalén bajo el liderazgo de Zorobabel. Vea Esdras 1-6. Junto a Hageo, Zacarías, instruían “a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén en el nombre del Dios de Israel” Esdras 5:1. Su ministerio fue efectivo pues “los ancianos de los judíos edificaban y prosperaban, conforme a la profecía del profeta Hageo y de Zacarías hijo de Iddo. Edificaron, pues, y terminaron, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío, y de Artajerjes rey de Persia” Esdras 6:14. Iddo era el abuelo de Zacarías. El ministerio de Zacarías tenía por objeto recordar al pueblo la razón porque Jehová se había enojado con ellos, Zacarías 1:2. Enseguida Zacarías entregó la llamada de Dios al pueblo “Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos”...

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10° mandamiento — contentarse con el Señor

“Porque ¿qué es vuestra vida?” Santiago 4:14 El apóstol Pablo tenía claro que su vida era una persona, “Cristo”: “Porque para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). No obstante, se pronunció explícitamente acerca de las cosas materiales cuando dijo: “Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado” (Hechos 20:33). Notables palabras de un creyente que tenía muy claro que los bienes terrenales no eran su objetivo de vida. Ya vimos que Jesús nos advierte contra la codicia y las riquezas que roban el alma y desvían la mirada de lo que es trascendente. El mensaje del décimo mandamiento nos es muy pertinente y para los creyentes es un llamado. El llamado es a reemplazar el deseo terrenal por un deseo eternal, reemplazar un deseo corrompedor por un deseo santificador. Debemos desear la persona de Cristo, la gloria de Dios, la comunión con el Dios vivo y verdadero, “las cosas de arriba”, el cielo. En el Salmo 73 Asaf reconoce el encantamiento de las cosas materiales, pero reflexiona y reconoce la vanidad de ella al entrar a la presencia de Dios (v. 17). Finalmente, debemos recordar que fue la codicia la que impulsó a Eva a comer del árbol prohibido: “Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó...

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10° mandamiento — No codiciarás

“No codiciarás” Exodo 20:17   El décimo mandamiento resume el primero y se cierra el círculo. Quien siempre desea o necesita más y más para “ser feliz” o para sentirse pleno busca y busca “otros dioses”. Dios fue muy claro en el primer mandamiento al decir “no tendrás dioses ajenos aparte de mí”, pero el hombre que codicia busca explícitamente otros dioses, tiene otros intereses. El mandamiento está dicho dos veces, luego es muy específico e importante. Podemos decir que este mandamiento tiene un aspecto materialista que resume el sentir espiritual del individuo. El que codicia tiene su tesoro en las cosas que se ven. Ahora bien, no es malo anhelar tener cosas y querer progresar materialmente, el problema es que anhelamos las cosas equivocadas y con una pasión desmedida. Este mandamiento es más detallado que los otros y alcanza el interior del corazón. Pareciera estar dirigido a quienes no se ven particularmente afectados por los primeros mandamientos, y en cierto modo pasa desapercibido. La codicia no se ve necesariamente, pero es un pecado destructor. Su gravedad máxima no es otra sino estorbar el resultado del evangelio como el mismo Señor Jesucristo expresara en la conocida parábola del sembrador. Notemos que Jesús enseña que “el engaño de las riquezas ahoga la palabra y se vuelve infructuosa” (Mateo 13:22). Es un engaño, las cosas materiales son un engaño, y ahogan la...

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